Adecuar quiere decir adaptar una cosa de tal manera que haya un cierto equilibrio. Así, la adecuación es la acción por la cual acomodamos algo con alguna finalidad.
Si alguien menciona la adecuación de las palabras y los hechos, está afirmando que ambas realidades tienen que coincidir y no ser contrarias. Si, por ejemplo, digo que tengo que adecuar mis gastos a mis ingresos, también expreso un equilibrio entre las dos cuestiones. Así, la adecuación implica que hay dos elementos: aquello que se adapta y el resultado final del proceso. Dicho con otras palabras, hay una parte que se ajusta a otra.
A nivel jurídico e impositivo, una empresa tiene que actuar de acuerdo a los regímenes establecidos, y estar en falta implica dos aspectos, por un lado, un castigo, comúnmente de tipo económico, y por otro, un plazo para que se corrija la situación. Del mismo modo, una nueva reglamentación proporciona un espacio de tiempo para su correspondiente adecuación, y de este modo, evitar el incumplimiento y la sanción que lo acompaña.
En la vida cotidiana hay todo tipo de circunstancias en las que empleamos este concepto. Unos muebles se adecuan a una habitación, unas palabras con una actitud, una idea con una imagen. Puede ocurrir lo contrario, es decir, la no adecuación entre dos elementos. En este tipo de casos habría un desajuste, un descuadre, lo cual significa que no hay la correspondencia necesaria porque existe un aspecto que rompe la armonía que debería existir.
La adecuación es un término que se utiliza en relación con el contexto académico y, más concretamente, para referirse al uso de ciertos textos. Se dice que hay una adecuación entre el tema elegido por un profesor y el tipo de alumnos a los que va dirigido o cuando hay una correcta relación entre un texto y su correspondiente traducción en otro idioma. De esta manera, la adecuación sería la buena sintonía entre un texto y algún aspecto del mismo. Imaginemos un texto escolar en el que se explica la literatura medieval: si no hay algún tipo de adaptación se podría afirmar que no hay una correcta adecuación entre el texto y el receptor al que va dirigido.
En el ámbito científico la adecuación se manifiesta en el proceso de contrastación de las hipótesis que se proponen como probables teorías explicativas de unos hechos. Si la hipótesis (que es una idea que aspira a explicar una realidad) y los hechos son coincidentes se puede afirmar que hay una adecuación. También en la ciencia se busca una adecuación entre lo formal (por ejemplo el lenguaje matemático) y aquello que pretende explicar. Pensemos en una fórmula matemática (el área de un cuadrado). Es una propuesta que tiene una adecuación con cualquier cuadrado, independientemente de cuál sea su tamaño.
Necesitamos encontrar coincidencias, ajustar elementos y establecer paralelismos. En consecuencia, la adecuación se pone de relieve en cualquier proceso intelectual o físico en el que combinamos aspectos distintos con el propósito de encontrar una concordancia.