Sobre el origen de la palabra virilidad no hay ninguna duda o controversia, ya que viene del latín virilis, que significa capacidad del varón. Al mencionarse la capacidad del hombre, se está expresando propiamente su fuerza sexual. En este sentido, la virilidad como cualidad de la sexualidad masculina se opone a la impotencia, a la incapacidad de dejar embarazada a la mujer.
Hay que tener presente que en la antigüedad se ignoraban los mecanismos de la fecundación. Por este motivo, se consideraba que el aspecto físico de la mujer y del hombre eran indicios suficientes para hablar de feminidad o virilidad. En el caso del hombre, el aspecto de sus genitales y, sobre todo, de su pene era el factor clave para atribuirle una determinada potencia sexual. De hecho, al pene también se le llama miembro viril.
A pesar de que la virilidad se asocia a la sexualidad, su significado va más allá, pues se aplica en otras circunstancias y contextos. Social y culturalmente al hombre se le han atribuido ciertas cualidades: la fuerza física, la valentía, el ímpetu, así como otros valores ( caballerosidad, nobleza o determinación ). Estas características han sido consideradas como elementos o rasgos que debe tener un auténtico hombre. Y estos rasgos forman una idea global, la virilidad. Esta valoración ha perdido parcialmente su sentido en los últimos años, en los que la mujer se ha incorporado al trabajo y la distinción entre lo femenino y masculino ya no tiene un sentido tradicional.
El hombre de aspecto viril, musculoso, peludo, con voz grave y capacidad sexual sigue siendo un prototipo, pero ni mucho menos el más aceptado por las mujeres, ni siquiera por los mismos hombres. Se podría afirmar que la virilidad es un cualidad que se encuentra en declive. Una prueba de la transformación del concepto se encuentra en los cuidados estéticos que el hombre ha incorporado en sus hábitos cotidianos: depilación del cuerpo, uso de cremas, manicura y pedicura, etc. Estos cuidados y atenciones parecían que eran exclusivos de la mujer.
Los cambios sociales, el paso del tiempo y la moda afectan al lenguaje y previsiblemente es lo que ha sucedido con la palabra virilidad. Se emplea escasamente y es muy probable que se deba a su estrecha relación con el machismo, una idea rechazada por amplios sectores de la población en la mayoría de países occidentales.