En nuestro tiempo estamos híper acostumbrados a los carteles publicitarios que nos promocionan, anticipan e invitan a consumir diversos productos, modas, estilos de vida, espectáculos, entre otros… En tanto, hace dos siglos atrás, ciertamente, los mismos consistían en una novedad que llegaría para quedarse.
El artista plástico Toulouse Lautrec ha sido uno de los más destacados cartelistas allá por finales del siglo XIX en su Francia natal. Eran híper reconocidos sus carteles sobre los espectáculos que se celebraban en el Moulin Rouge, por citar algunos de los más célebres.
Y en el plano pictórico debemos enmarcar su obra en la corriente postimpresionista, que continúa los lineamientos del impresionismo, movimiento del cual deriva por supuesto, aunque, se sobrepone y ataca las limitaciones más típicas que planteaba este.
El color en su máxima expresión, la representación de escenas de la vida real y cotidiana, algo que Lautrec supo realizar con maestría, especialmente aquellas que correspondían a la activa vida nocturna del París de su tiempo, y una mayor cuota de expresión y de emoción, son algunas señas distintivas de su producción.
Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa era su nombre completo. Nació en la comuna francesa de Albi durante el año 1864, en el seno de una familia aristocrática. Sus progenitores disponían de una vinculación familiar en primer grado habiendo sido una unión pactada por sus familias.
Cuando Henri tenía nada más que cuatro años sus padres se separaron y el se quedó viviendo con su mamá.
Su vida estuvo signada por un problema de salud que afectó el correcto desarrollo de sus huesos. De todos modos y más allá que solo creció hasta el metro cincuenta, Henri, no se vio impedido por esta afección.
Hacia finales de la década del ochenta del siglo XIX decide convertirse en artista y por ello es que se muda a París, centro del arte por aquellos años. Lautrec sentía una fascinación por la vida nocturna de París, solía concurrir a los establecimientos de moda tales como los famosos cabarets Moulin Rouge y Folies Bergère. Incluso era tal esa inclinación que su obra mayormente se basó de las historias que allí obtenía por parte de artistas, bailarines y prostitutas, entre otros.
Esta vinculación con los cabarets generó que los dueños de estos establecimientos le solicitasen la creación de carteles para promocionar sus espectáculos.
Falleció a muy temprana edad, tenía 36 años nada más, como consecuencia de su adicción severa al alcohol que devino en un cuadro de delirio y paranoia. Un 9 de septiembre del año 1901, en la comuna denominada Saint-André-du-Bois fallece.