Tomás Carrasquilla Naranjo ha sido una de las plumas más destacadas de la literatura de su patria, Colombia, y también de la literatura hispanoparlante durante el siglo pasado. Se lo considera el primer novelista de suelo colombiano y un pionero en imponer este oficio como medio de vida profesional, y ni hablar de sus condiciones y talento innato para desplegarlo como uno de los mejores de su época.
Si bien adquiriría notoriedad un tiempo antes de desaparecer físicamente, todo su prolífico legado, que empezó a acumularse hacia finales del siglo XIX, fue ampliamente valorado por los colegas de su tiempo y también por las siguientes generaciones de autores.
Carrasquilla nació el 17 de enero del año 1858 en el departamento colombiano de Antioquia.
Su padre era ingeniero civil y desplegaba labores en las minas con lo cual la infancia de Tomás estuvo marcada por este ambiente, al cual por cierto conoció bien de cerca, y también por su inclinación hacia la literatura que comenzó gracias a la influencia de su madre
Su conocimiento profundo sobre el trabajo en las minas quedó plasmado en muchos de sus escritos así como también la idiosincrasia característica de su región natal que describió en reiteradas oportunidades.
Cuando cumplió 16 años se dirigió a la ciudad colombiana de Medellín para iniciar sus estudios de leyes en la Universidad de Antioquia, sin embargo, la guerra civil que estalló al poco tiempo truncaría sus estudios ya que la universidad cerró sus puertas como consecuencia de la contienda.
Inmediatamente después de la experiencia regresa a su pueblo natal.
A lo largo de toda su vida, Carrasquilla, no se separaría ni un céntimo del escritor que llevaba adentro, aunque, para mantenerse debió desplegar los más diferentes oficios, entre los que destacaron: sastre, funcionario del ministerio de obras públicas, secretario en un juzgado y repartidor de provisiones en una mina, entre otros.
En el año 1892 concreta una importantísima obra con algunos amigos de su pueblo creando una biblioteca pública en su ciudad natal
También, para esta misma época, escribe su primera novela Frutos de mi tierra.
Cabe destacar que esta publicación le abrió la puerta del circuito intelectual de la capital de su país, Bogotá, a la cual se dirigió y en la que tuvo la oportunidad de codearse con varios intelectuales de su tiempo.
Asimismo en los medios de comunicación dejó su huella, colaborando con una columna en el periódico de Medellín El Espectador.
Organizador de tertulias y un eximio narrador de la realidad social de su país
Otra cuestión que se recuerda y destaca como un aporte a la literatura y cultura de su patria fue la organización de tertulias literarias en la ciudad colombiana de Medellín, las cuales no solamente gozaban de gran repercusión entre sus colegas sino que también le reportaron gran notoriedad a Carrasquilla.
Uno de sus rasgos diferenciales y que constituye sin lugar a dudas el gran valor de su obra es la aguda y certera radiografía humana que siempre ha sabido verter sobre las acciones y situaciones protagonizadas por sus personajes.
Las clases media y trabajadora eran las que marcaban la diferencia cultural
Por otro lado no se puede no mencionar su especial interés por las clases trabajadora y media de la sociedad en la cual vivía, y como contrapartida una gran reticencia para con la clase alta, situación que se evidenció en su obra ya que a esta última no le prodigó ningún tipo de presencia ni de interés, en las otras clases reconocía sí el rasgo diferencial de la nación.
Esta postura también la expresó en el reconocimiento que su obra le daba al mérito de una persona y no a una relevancia sustentada nada más que a base de fortuna y riquezas.
En el lenguaje que utilizó también demostró la sencillez que lo caracterizaba como persona y autor ya que eludía la solemnidad y la grandilocuencia para expresarse, su estilo era simple y asequible a todos.
Un hombre espiritual, cultor de la verdad, la ética y la tolerancia religiosa
En el plano ético rechazó de plano la falsedad y la doble moral y siempre se mostró muy respetuoso de la religión e interesado en lo espiritual, en tanto, la tolerancia en materia religiosa fue una bandera que alzó, aun no comulgando con ciertas convicciones.
Y finalmente debemos decir que fue un cultor muy celoso de la tendencias literarias locales y por caso es que se oponía a adoptar y asumir aquellas provenientes de Europa, y que en muchos de los colegas de su tiempo se pegaban ya sea por gusto, admiración o por esnobismo.
Premio Nacional de Literatura en 1936
Cuando corría el año 1936 recibió un enorme reconocimiento por parte de sus pares al recibir el Premio Nacional de Literatura.
Sin dudas ha sido este premio el que difundió su obra y le otorgó una gran popularidad que disfrutó poco tiempo, ya que prontamente fallecería.
El 19 de diciembre del año 1940 fallece en la ciudad de Medellín.