Entre algunos de los grupos nahuas del centro de México, el máximo gobernante era denominado tlatoani. El tlatoani era, entonces, la cabeza política y social de un altépetl o comunidad, la cual administraba. Los tlatoque (plural de tlatoani) más conocidos son los emperadores mexicas, los cuales llevaron a su altépetl, Tenochtitlan, a formar un gran imperio.
Los gobernantes del altépetl y sus funciones
Como gobernante, el tlatoani era la máxima autoridad política del altépetl y, por tanto, era el encargado de su protección y prosperidad. El tlatoani era “el que habla”, pues el vocablo tlatoani deriva del verbo tlatoa, hablar, y además forma parte de la misma familia léxica que tlalia, colocar o poner en orden.
El poder de los tlatoque derivaba del dios Tezcatlipoca. Los gobernantes eran representantes de los dioses (principalmente Tezcatlipoca, Huitzilopochtli, Xiuhtecuhtli y Xipe Totec) y, como tales, debían encargarse de mantener el orden cósmico y satisfacer a los dioses.
Las funciones del tlatoani eran diversas. Dentro de la ciudad, se encargaba de los asuntos públicos y era el máximo responsable en la administración de justicia. Otra de sus principales actividades era la guerra, ya que de él dependía el éxito de las campañas militares. Tenían, además, importantes funciones religiosas y participaban en diversos rituales.
El tlatoani, para ejercer sus diversas funciones, no sólo contaba con la ayuda de diversos consejos, sino que existía una figura que actuaba como su mano derecha y que representaba al gobernante cuando este se encontraba ausente, el Cihuacóatl.
Como gobernantes, los tlatoque gozaban de ciertos privilegios, como residir en un palacio o tener varias mujeres. Existían leyes suntuarias que determinaban que ciertas vestimentas sólo podían ser portadas por él y había lugares de la ciudad que estaban restringidos a su figura. Nadie podía mirarlos directamente. Sus insignias de poder principales eran el trono (icpalli), el manto azul (xiuhtilmatli) y la corona de turquesas (xiuhuitzolli).
La subida al poder del tlatoani
El sistema político de Tenochtitlan, así como el de otras comunidades nahuas del centro de México, era una monarquía electiva de carácter vitalicio. Tras la muerte del tlatoani anterior, celebrada con grandes faustos, un consejo conformado por nobles era el encargado de elegir al nuevo tlatoani. Sin embargo, no cualquiera era elegible y el candidato debía cumplir estrictas condiciones: debía poseer las cualidades necesarias para ejercer el poder de una forma justa y prudente; debía pertenecer al tacatecatl, el máximo consejo militar e, igualmente, debía ser descendiente del primer tlatoani.
Una vez elegido el nuevo tlatoani, comenzaban los ritos de entronización, que duraban varios días. En Tenochtitlan, el aspirante era conducido, en primer lugar, al templo de Huitzilipochtli, apenas vestido. Allí se le colocaban ropajes típicos de los dioses y debía realizar ofrendas a la deidad. Posteriormente, él y sus cuatro ministros principales eran recluidos en una cámara denominada tlacochcalco, donde debían ayunar y realizar penitencias durante cuatro días. Trascurrido este lapso, el futuro tlatoani ingresaba en el palacio, donde se le perforaba la nariz con una nariguera de turquesa y se le colocaban las insignias propias de su cargo. Después de ello, el nuevo tlatoani debía conducir su primera campaña bélica. Tras ella, comenzaban los ritos de confirmación en el cargo, durante los cuales los prisioneros eran sacrificados y el gobernante realizaba una serie de presentes a los asistentes.
Los huey tlatoani de Tenochtitlan
Cuando hablamos de los tlatoque, la mayor parte de la documentación que tenemos referida a este cargo proviene de los gobernantes mexicas, ya que estos eran la cabeza del altépetl más importante de la cuenca de México. Recibían la denominación de huey tlatoani, el gran tlatoani, ya que, por su liderazgo en la Triple Alianza, eran gobernantes de varias ciudades, el equivalente a la figura del emperador.
Tenochtitlan tuvo once tlatoque a lo largo de su historia. El primero de ellos fue Acamapichtli (1375-1395). Era hijo de un principal mexica y una princesa de Culhuacan. El linaje mexica, por lo tanto, enlazaba con el linaje tolteca a través de la madre de Acamapichtli. Lo sucedió su hijo Huitzilíhuitl (1396-1417) y, a este, su hijo Chimalpopoca (1417-1426). Luego de la muerte de este, el trono pasó a otro hijo de Acamapichtli, Itzcóatl (1427-1440), quien logró una gran victoria contra los tepanecas de Atzapotzalco, a quienes los mexicas estaban sometidos, lo que permitió a Tenochtitlan establecerse como un señorío independiente. Tras él, el poder fue heredado por otro de los hijos de Huitzilíhuitl, Moctezuma Ilhuicamina (1440-1469) y, después, por los nietos de este: Axayácatl (1469-1481), Tízoc (1481-1486) y Ahuízotl (1486-1502). Todos ellos se encargaron de emprender grandes conquistas en el sur de Mesoamérica. El siguiente tlatoani fue el hijo de Axayácatl, Moctezuma Xocoyotzin (1502-1520), quien estaba en el poder a la llegada de los españoles. Lo sucedió su hermano Cuitláhuac (1520) y, después de él, el hijo de Ahuízotl, Cuauhtémoc (1520-1521), bajo cuyo mandato cayó la ciudad de Tenochtitlan en manos de los recién llegados.
Referencias bibliográficas
Susan Gillespie (1993): Los reyes aztecas: la construcción del gobierno en la historia mexica. Ciudad de México: Siglo XXI.Enrique Vela (2011): Los tlatoanis mexicas. Arqueología Mexicana, num. especial 40. Ciudad de México: Raíces.