El terror es la máxima expresión del miedo. Sentimos miedo cuando algo nos asusta o cuando hay un peligro inminente a nuestro alrededor. Si el miedo aumenta se puede convertir en terror. También se emplea un sinónimo: pánico.
El terror tiene un contexto individual, aunque también de tipo colectivo. Cada individuo tiene sus propios temores o fobias, situaciones que generan un desasosiego personal. Si la intensidad del miedo no decrece y aquello que causa el temor continua amenazándonos, aparece un sentimiento más profundo, el terror. Puede existir de manera injustificada si la sensibilidad del que lo padece considera que hay unas dosis de peligro.Y puede tratarse de un terror totalmente justificado, puesto que el factor de peligro es real y evidente. Por ejemplo, ante un hipotético accidente de automóvil un conductor va a tener una reacción de pánico, ya que su vida se encuentra en riesgo.
El terror tiene un carácter colectivo. Las catástrofes naturales ( terremotos, tsunamis o los incendios ) afectan a las personas, que reaccionan con una gran intensidad emocional. Ante el terror, la respuesta es imprevisible: huir, esconderse, paralizarse, tener un ataque de locura o cualquier reacción extrema.
Hay momentos en los que el clima social es tan conflictivo que se generan situaciones de terror. Es lo que ocurre en algunos procesos revolucionarios ( durante la Revolución Francesa hubo un periodo de masacres y ejecuciones y esta etapa recibió el nombre de el Terror ). Algo semejante es lo que ocurre en los atentados terroristas, que se llaman así por las sensaciones que sufre la población afectada por estos ataques.
En el cine existe un género que tiene como objetivo que el espectador tenga una vivencia intensa de miedo. En el momento de observar las imágenes terroríficas, el espectador siente un miedo real, pero se encuentra sentado en su butaca y, en el fondo, sabe que las imágenes son pura ficción. Es una especie de juego, que consiste en tener un sentimiento aunque sea irreal. En la observación de estas imágenes crueles y crudas, hay unas dosis de morbosidad, es decir, la atracción hacia lo repugnante o indeseable, una sensación extraña y aparentemente contradictoria. Es probable que lo morboso obedezca a algún mecanismo inconsciente de la mente humana.
El terror genera adrenalina en el organismo, que reacciona ante una señal de peligro. En este sentido tiene una utilidad biológica.