Tedio es una palabra que proviene del latín, concretamente del término taedium. Significa aburrimiento, pero en un grado elevado.
Hay situaciones que nos producen una sensación de cansancio o rechazo intenso y en estas circunstancias decimos que algo nos resulta tedioso. Lo mismo podemos decir en relación con una persona que nos produzca esta sensación.
Normalmente el concepto de tedio se utiliza cuando algo se repite de una manera exagerada o crea en nosotros una repulsa considerable por algún motivo. La monotonía y una vida cotidiana poco estimulante puede ser la causa del un sentimiento de estas características.
El tedio existencial
Algunos filósofos y escritores (especialmente los que forman parte de la corriente existencialista) han reflexionado sobre este concepto.
La crisis de los valores religiosos tradicionales y una ausencia de referentes morales son las principales causas del tedio existencial. Se trata de una valoración pesimista sobre la realidad, la vivencia personal de que la vida carece de sentido y que no hay nada a lo que podamos aferrarnos.
El tedio va acompañado de una apatía vital, ya que no hay respuestas ni estímulos que resulten satisfactorios. Por lo tanto, tiene un componente intelectual y al mismo tiempo existencial, es decir, es una manera de valorar la propia existencia.
La idea de tedio ha sido abordada a lo largo de la historia. No obstante, ha sido en el siglo XX cuando ha sido tratada con más intensidad. Hay que tener en cuenta que a lo largo de este periodo ha habido dos guerras mundiales que han dejado una profunda huella sobre la dimensión más negativa del ser humano. Esta huella ha tenido consecuencias y algunos pensadores (por ejemplo, Sartre) han subrayado que la vida se presenta como algo absurdo y que no hay ninguna idea o creencia que sirva como guía u orientación y, por tanto, el hombre vive sin esperanza. A pesar de ello, el existencialismo defiende que el hombre puede evitar el tedio vital y buscar un sentido a la vida a través del compromiso con los demás.
Para algunos, no se trata de un problema personal sino que es de tipo colectivo. De esta manera, el tedio invade a la humanidad en su conjunto y ante esta sensación de vacío cada individuo adopta una postura determinada (unos se autoengañan con falsas creencias y otros buscan la evasión o la huída de la realidad).
Como es lógico, el tedio existencial es rechazado por otras corrientes filosóficas o religiosas, que defienden la posibilidad de encontrar un auténtico sentido a la vida.