Se denomina subjetivo a toda valoración o consideración que dependa de la persona. El término suele oponerse al de objetivo, en la medida en que este último refiere principalmente al objeto. En términos un tanto más amplios puede decirse que el término subjetivo connota de alguna manera parcialidad y relatividad, mientras que el término objetivo connota imparcialidad y cierta valoración indiscutible. En la historia de la ciencia existe una larga polémica en lo referente a la consideración que intenta poner un límite en lo que respecta a la subjetividad y a la objetividad. Así, cabe preguntarse hasta qué punto nuestros conocimientos son un reflejo de la realidad, de lo objetivo, y hasta qué punto pueden ser una limitación para acercarnos a los fenómenos.
Ciertamente, desde los orígenes de la filosofía, la pregunta estuve vigente. Por ejemplo, Platón nos describe en la “Alegoría de la Caverna” la manera en que concibe el conocimiento por parte del hombre. El hombre se encuentra amarrado y solo puede percibir formas a partir de la proyección de la luz del fuego contra distintas figuras. De alguna manera, lo que intenta decir, es que el conocimiento es una proyección deforme y muy con muchas limitaciones a lo que está sucediendo. El hombre, en una apreciación subjetiva, solo puede percibir sombras, de la realidad. Es así como Platón da una aproximación a su noción y la de Sócrates acerca de la subjetividad con la que el hombre percibe las cosas: esta son un reflejo de un mundo de ideas más allá de lo sensible. Más allá de lo extraño que estas consideraciones puedan sonarnos, lo cierto es que es un claro ejemplo de la limitación de lo subjetivo.
Este tipo de pensamiento, que intenta remarcar las limitaciones de lo subjetivo siguió su rumbo en la historia de la filosofía. Hume por su parte, establecerá que lo único que existe en el hombre son percepciones, el mundo que decimos conocer solo es una percepción de tal; en otras palabras, solo podemos decir que existen nuestras percepciones y por ende solo nuestra subjetividad es algo corroborado. Este planteo, por extremo que parezca tuvo su injerencia de modo profundo en el resto de las disquisiciones filosóficas, siendo quizá la obra de Kant una respuesta que intente zanjar el problema; para este existe algo denominado fenómeno que nuestra subjetividad intentará comprender a través del tamiz de distintas categorías, pero que jamás podrá realizar de modo pleno en la medida en que jamás podrá tener una idea de la cosa en sí.