La tragedia griega es un género teatral originado justamente como su denominación nos indica en la Antigua Grecia, el cual alcanzó su esplendor en el siglo V A.C. y que mayormente se inspiró en ritos y representaciones sagradas de la época, siendo la caída de un personaje relevante el eje central del relato. En tanto, entre los más destacados autores que han desfilado por la tragedia griega se destacan Esquilo, Eurípides y Sófocles; y precisamente del magnífico legado que nos ha dejado este último autor y poeta nos ocuparemos a continuación…
Sófocles nació en Colono, un territorio que hoy es parte integrante de la ciudad de Atenas, Grecia en el año 496 A.C. y según cuenta la tradición su vida fue muy longeva falleciendo en el año 406 A.C. Su padre era un rico armero por lo cual en términos económicos tuvo una infancia sin problemas. Cuando cumplió los 16 años fue elegido como director del coro de jóvenes masculinos con la misión de celebrar la importante victoria de Salamina, el enfrentamiento naval que mantuvieron griegos y persas en el marco de la segunda guerra médica.
El año 468 A.C. marcaría el comienzo de una larga y prolífica carrera literaria ya que adquiriría una enorme popularidad al vencer en el tradicional concurso teatral de Atenas, que se llevaba a cabo todos los años en el marco de las fiestas dionisíacas, al poeta Esquilo, uno de los más célebres, hasta ese momento claro está, porque, de inmediato, Sófocles le “robaría” bastante de esa celebridad.
Se calcula que Sófocles llegó a escribir unas 123 tragedias que presentó rigurosamente en cada festival, saliendo vencedor en 24 oportunidades contra 13 victorias de su principal rival: Esquilo.
Como mencionábamos líneas arriba, de esa enorme producción de tragedias se conservan tan solo siete: Antígona, Edipo Rey, Ayax, Filoctetes, Las Traquinias, Electra y Edipo en Colona. Mientras tanto, las dos cuestiones que más se han destacado de su estilo y propuesta han sido, por un lado, la introducción de un tercer personaje en la escena, algo inédito hasta el momento y que funcionaba excelentemente a la hora de imprimirle un mayor juego al diálogo y por otro, la enorme complejidad psicológica que le atribuyó a los héroes de todas sus obras.
Cabe destacar que el más importante interés de su vida lo constituyó la escritura, prueba de ello es que no se involucró demasiado en la política de su tiempo; fue estratego en dos oportunidades y participó en la expedición ateniense contra Samos.