Existen organizaciones o entidades cuya denominación es conocida popularmente por sus siglas, es decir, las primeras letras que conforman el nombre de ciertas organizaciones. Así, en lugar de decir Organización de Naciones Unidas, se dice directamente ONU.
La función que cumplen las siglas es doble: por una parte, simplificar el lenguaje y, por otra, conseguir una mayor efectividad comunicativa. Es indudable que es más útil decir PSOE que emplear el término completo, Partido Socialista Obrero Español. Se podría afirmar que las siglas sirven como un principio de economía del lenguaje.
Desde el punto de vista del marketing, el uso de las siglas permite identificar mejor a una identidad. Los profesionales del marketing conocen bien la utilidad de las siglas, pues con ellas se logra una mayor efectividad en la comunicación.
Como norma general, el uso de las siglas tiene sentido cuando se trata de organizaciones muy conocidas en la sociedad (DRAE, ONG, PIB, IBM, etc),
Consideraciones generales
No hay que confundir siglas con abreviaturas, pues la abreviatura es la reducción de una palabra (etc quiere decir etcétera, A/A a la atención, a. C equivale a antes de Cristo…).
Tampoco hay que confundir el concepto de sigla con acrónimo, pues hay un acrónimo cuando unas siglas se convierten en una palabra (el término láser se forma a partir de Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation o TIC, que significa Tecnología de la Información y de las Comunicaciones). De esta manera, todo acrónimo es una sigla pero no toda sigla es un acrónimo.
El uso de siglas en el lenguaje cotidiano tiene algunos peligros. El más común es dar por hecho que la sigla es conocida (el AVE es conocida en España pero no fuera de España, los argentinos saben lo que significa DGI pero el resto del mundo lo ignora, por poner dos ejemplos concretos). Otro error común es el abuso en la utilización de las siglas. Así, si un periodista escribe que «en la ONU se reunieron los miembros del FMI para hablar sobre el PIB de EEUU y abordar los problemas de la OTAN» estaríamos ante una información técnicamente correcta pero con demasiadas siglas (cinco en una frase).
Algunos lingüistas advierten sobre el empobrecimiento del lenguaje como consecuencia del abuso de siglas. No se trata de no emplearlas cuando es conveniente sino de utilizarlas con cierta medida.
Una pauta razonable para su uso correcto sería tener en cuenta el contexto de la comunicación. De esta manera, si sabemos que el interlocutor conoce el significado de unas siglas tiene sentido utilizarla (un médico puede dirigirse a otro empleando siglas propias de la especialidad que comparten pero no así si la comunicación es entre médico y paciente).
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