Fue uno de los dirigentes islámicos más notales del siglo XII.
Líder musulmán del siglo XII que gobernó Egipto y Siria y se enfrentó a los Cruzados cristianos
Fue sultán, equivalente a un monarca en el occidente, de Egipto y de Siria, hasta su fallecimiento, y anexó importantes territorios a su dominación como Yemen, Libia, Palestina y Mesopotamia, entre otros.
Fue un férreo defensor del Islam y de la ortodoxia islámica, según él representada por el Sunismo, corriente que hoy es el grupo mayoritario de la comunidad islámica mundial.
Encaró recordadas luchas contra los cruzados cristianos que querían la expulsión musulmana de ciertos territorios.
Y paradójicamente fue venerado por propios, y reconocido por su valor por sus enemigos, algo infrecuente…
Nació en Tikrit, actual Irak, en el año 1138.
Construye un sólido poder a través de la anexión de territorios y de la creación de un ejército que enfrentará a los cruzados
Su carrera militar comenzó tempranamente junto a su padre y su tío quienes servían a un importante jefe militar de Siria, Nur al-Din.
Cuando este último fallece, Saladino, sabe capitalizar el hueco que dejó su sucesión y también el enojo que había causado la pérdida de Jerusalén en manos de los cristianos cruzados.
Cuando asume el poder se ocupa de unificar los estados islámicos para solidificar su poder y crea un competitivo y preparado ejército para lanzarse a la lucha de territorios perdidos.
Cuando se sintió con el suficiente poder no dudo en declarar la guerra santa a los cruzados para recuperar Jerusalén.
Poco a poco con su estrategia y su notable ejército consiguió la retracción y caída de las posesiones cruzadas en la Tierra Santa.
Derrotado en la Tercera Cruzada
Sin embargo, en el año 1191, dos potencias europeas, Francia e Inglaterra, deciden aliarse contra este enemigo común y se desarrolla la llamada Tercera Cruzada, que tendrá de un lado a Saladino, y del otro a la dupla de monarcas Felipe Augusto por Francia, y Ricardo Corazón de León por Inglaterra.
La fuerza de esta alianza pudo con las de Saladino y terminaron cercándolo.
Finalmente, Saladino, decidió firmar la paz con sus enemigos y convinieron en que Palestina, incluida Jerusalén, quedaría en manos musulmanas, aunque asegurando que los peregrinos pudiesen transitar libremente por ella.
Tras caer severamente enfermo muere en el año 1193 en la ciudad de Damasco.