Del latín reptĭlis, comprende el conjunto de vertebrados amniotas de respiración pulmonar con el cuerpo cubierto de escamas epidérmicas impregnadas de queratina, que en muchas especies mudan periódicamente. Los reptiles poseen pocas glándulas tegumentarias; son tetrápodos, es decir, tienen con dos pares de patas, que secundariamente están ausentes en ofidios y algunos lagartos, asímismo, ambos pares de patas, cuando están presentes, rematan generalmente en cinco dedos; poseen XII pares de nervios craneales y el cráneo presenta un solo cóndilo occipital.
El término reptiles se emplea tradicionalmente para definir a un grupo taxonómico linneano, el cual, como tal, en la actualidad no se considera válido pues según la taxonomía sistemática es un grupo parafilético porque excluye a las aves. Según los taxónomos, las aves y los cocodrilos están más emparentados entre sí que estos últimos con el resto de los reptiles.
Aunque hoy en día es ampliamente aceptado que las aves deben ser incluidas dentro del clado de los reptiles, aún no existe un consenso actualizado para redefinir a los reptiles, pues los taxónomos no están totalmente de acuerdo si excluir o incluir a las tortugas en dicho clado.
Tegumento
El tegumento consta de una epidermis, que en algunos grupos, como lagartos y serpientes, está conformada por escamas y se muda periódicamente; y de una dermis más gruesa. En la epidermis se encuentran lípidos hidrófobos y una proteína denominada beta queratina, la cual es exclusiva de los reptiles; estas sustancias le confieren a la piel resistencia a la abrasión y a la desecación.
En cocodrilos las escamas epidérmicas permanecen toda la vida, estos reptiles poseen también unas placas óseas denominadas osteodermos, ubicadas en la dermis, justo por debajo de las escamas epidérmicas. Las tortugas, por su parte, están contenidas dentro de una armadura formada por un caparazón dorsal y un plastrón ventral. El caparazón contiene una capa externa de queratina que se renueva constantemente sin sufrir una verdadera muda, y una capa ósea más interna que resulta de la fusión de costillas, vértebras y piezas dérmicas osificadas.
Sistema esquelético
El cráneo de los reptiles presenta mayor osificación que el de los anfibios. En el cráneo de las tortugas no existen aberturas temporales (cráneo anápsido), una condición primitiva que solo permanece en este grupo de reptiles actuales y es una de las condiciones por las cuales algunos autores sugieren que deberían ser separadas del resto de los reptiles (incluidas las aves), en un grupo aparte.
El resto de los reptiles presentan el cráneo con una abertura supratemporal y una infratemporal (cráneo diápsido), mientras que en los mamíferos el cráneo es sinápsido, es decir con dos aberturas infratemporales. Las tuataras y algunos lagartos presentan adicionalmente un agujero parietal para el ojo pineal.
Las tortugas carecen de dientes, presentando en su lugar un pico córneo, el resto de los lagartos presentan dientes que pueden ser sustituidos cuando se pierden.
Excepto en las serpientes y los lagartos sin patas, la columna vertebral está bien diferenciada en cinco regiones: cervical, dorsal, lumbar, sacra y caudal. La región dorsal sostienen las costillas, que articulan ventralmente con el esternón, excepto en reptiles ápodos y tortugas. En estas últimas, las vértebras dorsales, lumbares, sacras y costillas están fusionadas al caparazón.
Los reptiles generalmente presentan dos pares de apéndices, uno pectoral y otro pélvico. Los miembros generalmente terminan en cinco dedos, cada uno de los cuales está provisto de una uña. Los lagartos ápodos se asemejan a las serpientes y carecen de miembros externamente. En boas y otras serpientes aún quedan vestigios de los apéndices posteriores, representados por un par de espolones ubicados a cada lado del ano. En las tortugas marinas, los apéndices se han modificado en aletas en forma de remo para permitir un mejor desplazamiento en el agua.
Sistema circulatorio
El corazón de los reptiles presenta tres cámaras, dos aurículas y un ventrículo parcialmente dividido por un septo incompleto. En cocodrilos, sin embargo, el corazón presenta cuatro cámaras, y, según algunos autores, el agujero de Panizza, un agujero presente entre dos pares de arcos aórticos del corazón de estos reptiles, es un vestigio de un corazón primitivamente tricameral. Debido a dicho agujero, aún persiste en los cocodrilos cierto grado de mezcla entre sangre no oxigenada y sangre oxigenada, como ocurre en mucho mayor grado en anfibios y en el resto de los reptiles
Sistema respiratorio
La respiración de los reptiles es pulmonar, con unos pulmones más complejos que los de los anfibios, debido a la presencia de mayor número de cámaras internas y alveolos, para mejorar la eficiencia respiratoria de estos órganos. En algunos reptiles, uno de los pulmones ha reducido su tamaño en comparación con el otro, o incluso desaparece, como ocurre en las serpientes.
La entrada de aire a los pulmones no ocurre por succión como en los anfibios, sino por incremento del volumen interno de la cavidad corporal. Las tortugas, al no poder expandir su caja torácica por la presencia del caparazón, han recurrido a movimientos musculares para incrementar o disminuir el volumen interno de la cavidad corporal, de una forma análoga al mecanismo de acción del diafragma. El movimiento de los músculos laterales de las patas incrementa el volumen de la cavidad corporal, forzando la entrada del aire, mientras que el desplazar la cintura pélvica en dirección posterior hace que las vísceras se contraigan sobre los pulmones, forzando esta vez la salida del aire. Las tortugas acuáticas, adicionalmente, poseen la parte anterior (cavidad bucal) y posterior (cloaca) del tubo digestivo muy vascularizadas, lo cual permite que puedan realizar cierto intercambio de gases con el agua mientras están sumergidas.
En los cocodrilos ha evolucionado una estructura muscular análoga al diafragma de los mamíferos, que en lugar de estar inserto en las vértebras lumbares, lo está del pubis, el cual es móvil en estos reptiles. La contracción del diafragma hace, en este caso, que el hígado se desplace hacia atrás, incrementando el espacio disponible para los pulmones.
Sistema digestivo
Los reptiles herbívoros (e.g. tortugas, iguanas), no poseen dentadura, ni otro tipo de estructura adecuada para macerar su alimento, por lo que deben ingerir pequeñas rocas (gastrolitos) para ayudar al proceso de digestión mecánica en el estómago.
El resto de los reptiles son predominantemente carnívoros y su dieta, dependiendo del grupo, puede consistir en pequeños insectos y otros invertebrados, hasta grandes mamíferos. Las serpientes pueden desencajar su mandíbula para ingerir huevos de aves o presas de gran tamaño.
Las tortugas marinas pueden alimentarse de medusas y otras formas de plancton gelatinoso. En ocasiones pueden confundir bolsas plásticas con sus presas naturales e ingerirlas, lo que puede ocasionarles la muerte por oclusión del sistema digestivo.
Los reptiles poseen mayor número y desarrollo de glándulas salivales que los anfibios, algunas de las cuales se transforman en glándulas venenosas en serpientes y lagartos venenosos.
Algunos reptiles desarrollan un ciego o divertículo en el punto de unión entre el intestino grueso y el intestino delgado, estructura que nunca está presente en los anfibios. El intestino grueso desemboca en una cloaca que recibe también los productos del sistema urogenital (excretor y reproductor).
Sistema excretor
Los riñones de los reptiles son de tipo metanefros, pero son incapaces de producir una orina hiperosmótica con respecto a los fluidos internos. El principal producto de excreción es el ácido úrico, excepto en tortugas donde lo es la urea.
Algunos reptiles poseen una vejiga para almacenar la orina antes de su excreción, la cual se origina de la pared ventral de la cloaca. Esta estructura está ausente en cocodrilos, serpientes y en algunos lagartos. Debido a la incapacidad de excretar orina hiperosmótica, algunos reptiles han desarrollado una glándula de la sal que les ayuda a eliminar el exceso de este compuesto.
Sistema nervioso
Existe un incremento importante del tamaño de los hemisferios cerebrales en relación a muchos peces (con excepciones como tiburones, por ejemplo) y anfibios. Por primera vez aparecen doce pares de nervios craneales, en lugar de diez como en peces y anfibios.
Los órganos de los sentidos, están bien desarrollados, con excepción del oído. El órgano de Jacobson (órgano olfatorio) está bien desarrollado, principalmente en serpientes y lagartos, encontrándose unido al cielo de la boca y no al conducto nasal como ocurre en otros tetrápodos.
Los ojos generalmente están protegidos por unos párpados, pero en serpientes y algunos lagartos está ausente y el ojo está protegido por una piel transparente inmóvil. La mayoría de los reptiles posee un tercer párpado, denominado membrana nictitante situado debajo de los párpados superior e inferior y se desplaza horizontalmente en lugar de verticalmente. En tuataras y algunos lagartos, existe un tercer ojo, denominado ojo pineal.
Algunas serpientes presentan órganos sensoriales particulares, denominados fosetas termosensitivas, que permiten detectar fuentes de calor, los cuales se ubican entre las narinas y los ojos.
Reproducción
Los reptiles son dioicos, es decir que presentan sexos separados. En algunos casos existe dimorfismo sexual en la talla (cocodrilos, algunas lagartijas), o por la presencia de estructuras características de un sexo, generalmente el masculino, como la cresta gular de iguanas o garras en las aletas de tortugas marinas.
Los reptiles poseen gónadas pares en los machos, y órganos copuladores internos, que pueden ser simples (penes), como en las tortugas, o pares (hemipenes), como en serpientes y lagartos. Ambos pueden estar provistos de púas u otras estructuras para facilitar el mantenerse dentro de la hembra durante la cópula, que puede durar varias horas.
La determinación del sexo en tortugas, tuataras y en algunos cocodrilos y lagartos es por medio de cromosomas autosómicos, y dependen de la temperatura de incubación del huevo. En el resto de los reptiles existen cromosomas sexuales que determinan el sexo de la prole.
Un avance evolutivo importante fue la aparición del huevo amniota en los reptiles. En estos, a diferencia de lo que ocurre en los anfibios, el huevo está protegido por tres membranas extraembrionarias, el amnios, el corion y alantoides, las cuales protegen al embrión de la desecación, además de permitir el intercambio de gases respiratorios entre el huevo y el medio donde se desarrolla.
Este huevo amniota fue el principal aliado en la conquista del medio terrestre por parte de los reptiles, al independizarlos completamente del medio acuático. Los reptiles pueden ser ovíparos, vivíparos u ovovivíparos, y puede o no existir cuidado parental de los huevos y/o de los juveniles recién eclosionados. En algunos grupos, la hembra puede depositar huevos viables no fecundados, que pueden culminar exitosamente su desarrollo (partenogénesis).
Referencias bibliográficas
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