- 12/07/1923
- 1936
- 1941
- 1949
- 1950
- 1962
- 09/05/1967
- 1971
- 1975
- 1983
- 29/07/2000
Nació en un hogar humilde del barrio “El Mondongo”, ubicado en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Su padre fue ebanista y tenía un taller en el cual supo ayudarlo, y su madre fue modista.
Desde temprana edad, a los 4 años, manifestó sus deseos de ser médico. Un tío doctor, al cual solía acompañar en su actividad, pudo haber sido en parte la influencia.
Ingresó al Colegio Nacional de La Plata tras aprobar un exigente examen.
Arrancó la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de La Plata.
En tercer año comenzó a asistir al Policlínico platense para adquirir experiencia; no solo incrementó su vocación, sino que demostró la enorme dedicación que tenía para atender a cada uno de los pacientes. En el mismo hospital realizó la residencia.
Fue contratado por el Policlínico para ocupar una vacante como médico auxiliar; fue interino unos meses y luego quedó confirmado, sin embargo, cuando las autoridades del hospital le solicitaron que complete un formulario, al pie de este, se indicaba que la firma avalaba la doctrina del gobierno, eran tiempos del peronismo.
A pesar de la oportunidad que significaba el trabajo, y fiel a sus ideales, de libertad y democracia, no aceptó.
Fue el médico del pequeño pueblo pampeano Jacinto Aráuz.
El doctor que cuidaba la salud de los 3.500 habitantes debía viajar a Buenos Aires a tratarse por una enfermedad pulmonar, entonces, un tío suyo, le pidió que lo suplantara por algunos meses.
Al tiempo, el médico falleció, y ya estaba demasiado encariñado con el lugar y la gente así que decidió instalarse allí. Su hermano, también médico, se sumó a la aventura del pueblo. Residió y trabajó allí 12 años.
Creó un centro asistencial y su influencia fue crucial en el desarrollo del bienestar de la población. Consiguió bajar la mortalidad infantil, redujo las infecciones postparto y la desnutrición, entre otros beneficios para la comunidad.
Apasionado por las intervenciones cardiovasculares que comenzaban a dominar la escena, gracias a los avances que se iban logrando, decidió especializarse en la materia, en Estados Unidos.
Se sumó a la Cleveland Clinic, primero como residente, y luego ya como parte del staff de cirugía. Entre operación y operación, no dejó de estudiar con los cuantiosos recursos materiales que le proveía la clínica.
Realizó el primer bypass, una técnica que animó las posibilidades de tratar afecciones coronarias. A través de la práctica sistemática del procedimiento lo fue mejorando y lo difundió por todo el mundo.
A comienzos de año empezó a pensar en la opción de usar la vena safena en la cirugía coronaria; lo llevó a la práctica, y no solo convirtió en un hecho el bypass, sino que su carrera dio un giro fundamental, porque el desarrollo lo posicionó como uno de los profesionales más cualificados del mundo en dicha especialidad.
Regresó a la Argentina con la firme decisión de contribuir al desarrollo y mejora de la atención de la salud, abordando tres ejes: la docencia, la investigación y la asistencia médica.
Sistematizó la residencia de cardiología en el Sanatorio Güemes de la ciudad de Buenos Aires. Incorporó cursos de posgrado, le dio un lugar de privilegio a la investigación en la cual participaron los integrantes de su equipo. Entre sus demandas a las autoridades de la clínica se contó el pedido de cierto número de camas para atender a indigentes.
Creó la Fundación Favaloro. Comenzó la organización de esta con su equipo.
Primero crearon el departamento de investigación y finalmente se llevó a cabo la construcción del instituto de cardiología y cirugía cardiovascular.
Una vez operativa, redactó los 10 mandamientos que debían regir su funcionamiento desde el plano ético; exigió, que se respete, sin excepciones, que ningún profesional de la institución podía aceptar un solo peso de los tantos que circulaban en concepto de coimas o retornos en el mundillo de la salud.
El primer mandamiento fue la honestidad; el segundo trabajar con esfuerzo, pasión y sacrificio; en tercer lugar, evitar ser influidos por dogmas propios o ajenos; no apartarse nunca de la ética; aprender a trabajar en equipo; y defender la verdad…
Integró la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP), en el marco del juicio a la junta militar que gobernó de facto la Argentina, entre 1976 y 1983.
Se suicidó de un disparo en el corazón, en un acto final de lo más simbólico y paradójico. Tenía 77 años.
Dejó una sentida y fuerte carta de despedida en la cual relató, una a una, sus vivencias en la medicina, sus logros, y en especial sus tremendas tristezas como consecuencia de no haber podido sortear los embates de la corrupción que atravesó a la Argentina y que tanto daño le hicieron a la institución que creó con tanta ilusión y esfuerzo, y que lamentablemente terminó sumida en una profunda crisis económica, que derivó en cesantías de sus más fieles colaboradores.
Incluso, sentenció en dicha misiva, que le costaría volver a mirarlos a los ojos.
También remarcó su desesperado pedido de auxilio a diferentes entidades y autoridades nacionales, provinciales y al empresariado local, de los cuales no obtuvo respuesta sino indiferencia.
Por otro lado, a su familia, a sus sobrinos especialmente, les pidió que no aflojen y sigan luchando, y les dio las instrucciones de cremar su cuerpo y donde esparcir sus cenizas.
A su pareja Diana, con quien planeaba casarse, también le dejó una carta de despedida.
La conmoción en el país fue masiva.
Respecto de la causa de tan tremenda decisión, se asumió la crisis de la fundación, entre otras causales, por la millonaria deuda del PAMI con la misma (casi dos millones de pesos). Otros allegados, también advirtieron cierta tristeza por eventos personales.