Principal - Biografía

Biografía de Rembrandt

Laura Cabrera Guerrero
Historia del Arte
Tenía 62 años. Rembrandt es el gran artista barroco de los Países Bajos. Su nombre y figura va mucho más allá de la historia del arte universal, ha pasado a convertirse en uno de los personajes mayor influyentes de toda la historia del mundo occidental gracias a su maestría artística, innovaciones y talento.

    Nació en Leiden, una ciudad holandesa, el 15 de julio del año 1606, en el seno de una familia extremadamente humilde. Su padre era molinero, y la madre se había criado con panaderos, por lo que la vocación artística de Rembrandt no provenía de sus parientes, como en el caso de otros artistas.

    Sus inicios y formación se produjeron en el taller de un pintor y dibujante llamado Jacob Van Swanenburg, Rembrandt permaneció de aprendiz un par de años.

    El joven artista trabajó algo más de tiempo bajo el influjo de otros pintores, hasta que en 1625, aún bastante joven (sólo 19 años), consiguió abrir su propio taller en su ciudad natal.

    Rembrandt resultó ser un artista excepcional por muchos motivos, pero una particularidad que lo distingue de otros grandes maestros previos o posteriores a su generación es el hecho que jamás pisó Italia. Permaneció toda su vida en Holanda, sin viajar nunca a las ciudades italianas como hicieron muchos otros artistas, en busca de inspiración e influencia del antiguo Imperio Romano y el Renacimiento. Pese a no visitar nunca la cuna dell’arte, Rembrandt acabó influenciado por uno de los grandes maestros barrocos, concretamente el número 1 en Italia: Caravaggio. El claroscuro, esa capacidad de contraste en las pinturas, de fuertes luces y sombras y un tenebrismo tan marcado se extendió por Europa como la pólvora después de que Caravaggio, su máximo precursor, lo utilizara en sus pinturas. Rembrandt fue uno de los muchos que decidió emplearlo habitualmente, manejándolo con soltura, y haciendo obras con fondos más oscuros y mayores contrastes.

    Su talento y fama fueron aumentando. Recibió múltiples encargos de la corte de La Haya. Y unos años más tarde se instaló en Ámsterdam, donde se especializó en los retratos y autorretratos, es uno de los artistas que más autorretratos se ha hecho a lo largo de su vida.

    Rembrandt quería abarcarlo todo, por ello tuvo diversas incursiones en el mundo del grabado además de la pintura, era también un excelente dibujante y grabador (llegó a producir unos 400 grabados).

    Sin embargo, deseó ir aún más allá y convertirse en marchante de arte, es decir, dedicarse a la compra venta de obras (tanto suyas propias como de otros artistas que conocía). El negocio le fue bien, prosperó satisfactoriamente durante años, hasta que vivió una serie de desventuras y reveses económicos en la última etapa de su vida. Esto provocó que Rembrandt se sintiera cada vez más frustrado y deprimido. De esta época tenemos varios autorretratos que reflejan a la perfección cómo debía sentirse el artista por aquel entonces. Son pinturas sombrías y cargadas de pesimismo y melancolía, que contrastan en un alto grado con sus retratos de años antes, donde se lo veía optimista y feliz.

    En su vejez, fue muy desgraciado, tuvo que vender o subastar la mayoría de sus pertenencias para evitar que lo embargaran. Cuando falleció, en 1669, el gran Rembrandt era prácticamente un indigente, poco importaba su talentosa carrera artística. Es muy probable que la causa de su muerte fuera en parte el saturnismo, una intoxicación muy habitual entre los pintores de su época, que se producía al respirar unas sales de plomo que se utilizaban para fabricar los pigmentos.

    Debemos tener en cuenta que, más allá de los autorretratos, lo mejor en la pintura de Rembrandt era su capacidad para los retratos grupales. Sabía integrar a la perfección a varios personajes en un mismo lienzo, con resultados excelentes. Entre estas una de las más conocidas es La lección de anatomía del Dr. Tulp (1632), encargo que recibió del gremio de cirujanos, donde muestra el espectáculo que era antiguamente una autopsia, que el artista sabe plasmar con gran exactitud: el detalle de los tendones y los músculos del brazo, dejando ver con claridad de lo que es capaz. Otro de estos casos de grandes obras de grupo es La ronda de noche (1639), donde se alejó completamente de los convencionalismos propios de su época y demostró una gran capacidad para el detalle: en las expresiones de los personajes, la minuciosidad en los gestos, la caracterización y la integración en una escenografía tan realista. Aquí vemos proyectada la maestría de un genio como Rembrandt, artista barroco neerlandés por excelencia y de las figuras más relevantes de toda la historia del arte.

Autora

Escrito por Laura Cabrera Guerrero para la Edición #147 de Enciclopedia Asigna, en 04/2025. Laura es estudiante avanzada en la carrera de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. Aficionada a leer y escribir sobre la historia, el arte, la mitología, la música y la literatura.