El concepto que se va a desarrollar en esta entrada tiene varias acepciones, aunque en todos los casos hay algo en común: el elemento inmediato y repentino, algo que ocurre con rapidez.
El viento tiene una dirección e intensidad imprevisible. Cuando aparece una brisa intensa y repentina se dice que hay una ráfaga de viento. Sus efectos causan alguna consecuencia: una sensación placentera si hace mucho calor, se levantan las hojas del suelo o vuelan los papeles si no hay una pisapapeles sobre ellos.
La intensidad de la luz también provoca destellos intensos, las ráfagas de luz. Al aparecer, originan una molestia en la visión de las personas, que momentáneamente se quedan cegadas debido al exceso de luz. Si alguien entra en un lugar oscuro y hay un resplandor de luz, este contraste hace que la percepción visual se altere por unos instantes.
Las armas automáticas disparan proyectiles a gran velocidad. Es lo que ocurre con las ametralladoras, que al dispararse lo hacen como una ráfaga, de manera muy rápida. Esta característica de esta modalidad de armamento hace que sus efectos sean más devastadores que las armas de un solo disparo. Desde el punto de vista militar, el efecto de las balas que actúan como ráfagas se considera todo un avance.
La palabra ráfaga tiene un efecto sonoro evidente, ya que solo tiene una vocal, la letra a. Este detalle tiene su importancia, ya que en la poesía se utilizan palabras que tienen una sonoridad singular, pues resultan atractivas para la versificación. Un simple ejemplo es un poema titulado la ráfaga del viento, cuyo título ya es sugerente y llamativo.
Hay una manifestación artística, el rap, que utiliza las palabras a gran velocidad. De alguna manera, lo que se dice es una ráfaga de palabras. Es importante lo que se dice, pero también lo es la rapidez verbal que se emplea.
Según la valoración de los lingüistas, la palabra ráfaga tiene una raíz onomatopéyica, es decir, un significado basado en su sonoridad, que expresa violencia en algo ( el viento, la luz o las balas ). Curiosamente, en distintos idiomas, el mismo concepto se escribe de manera semejante: ràffica en italiano o rafale en francés. Este origen común es totalmente lógico, ya que el italiano, el francés y el español tiene como lengua originaria el latín.
La posibilidad de que ráfaga tenga en su origen una onomatopeya es indemostrable, pero es una hipótesis verosímil, ya que la singularidad de los sonidos se encuentra en el origen de muchas palabras: guau, miau, plas o quiquiriquí.