La privatización es un proceso que consiste en la transferencia de una empresa estatal a manos privadas. La misma se realiza básicamente por la compra de la misma, compra que implicará un pase en lo que respecta al control. En ocasiones las privatizaciones son controvertidas porque confrontan dos posturas muy distintas en lo que respecta a la consideración del rol del estado, confrontación en la que una postura establece que el rol del mismo debe ser mínimo y en la que otra postura prefiere un estado grande. No obstante, en la mayoría de los países se ha podido comprobar que las empresas que mantienen una eficiencia razonable son aquellas que permanecen en manos privadas.
Las empresas pueden pertenecer a la órbita de lo privado o de lo público. En el segundo caso, gozan de una estructura que las acapara, la estructura del estado. El problema con una empresa de este tipo es que en ocasiones son deficitarias y requieren del salvataje de dicha estructura. Es decir, que en estos casos a la empresa se la sostiene con el aporte de los contribuyentes. Dado que la empresa en una situación de estas características tiene poco incentivo para tornarse más eficiente, el problema termina manteniéndose en el tiempo.
La existencia de empresas públicas en ocasiones estaba sostenida sobre la creencia que con las mismas se podían brindar bienes o servicios estratégicos para la población, a la vez que se generaba condiciones de empleo de mayor calidad que las habidas en el sector privado. En algunos lugares esas creencias continúan existiendo, pero lo cierto es que el sector privado ha demostrado ser harto más eficiente en el manejo de empresas, empresas que debieran ir a la quiebra en el caso de ser inviables. Quizá algunos crean que esa situación es un tanto dura, pero lo cierto es que también es duro mantener organizaciones que no crean beneficios con los aportes de contribuyentes.
La privatización es en definitiva una apuesta por la eficiencia del mercado. La misma tiende a favorecer la competencia si se la acompaña con políticas que hagan que se evite una concentración. En efecto, dado lo pernicioso de la formación de monopolios, cuando se privatiza a una empresa del estado se tiende a dividirla como un elemento que fomente la competencia, competencia que bien entendida significará un beneficio para los consumidores. Lamentablemente, estas ideas todavía son puestas en duda por creencias que valoran en demasía al sector público.