El arte en general y el teatro en particular ha ido evolucionando desde sus orígenes. El teatro clásico entró en crisis cuando sus normas y planteamientos ya no satisfacían a los creadores, que empezaron a buscar nuevos caminos en su manera de comunicar.
A principios del siglo XX surgieron los movimientos de vanguardia ( dadaísmo, futurismo, surrealismo y otros movimientos culturales ) que aportaron un nuevo rumbo al arte. El nuevo planteamiento también llegó al teatro y empezaron a escenificarse un nuevo modelo de actuación: el happening. Esta corriente derivó posteriormente en lo que actualmente se denomina performance.
Una performance es una actuación con algunas peculiaridades. No se realiza habitualmente en un escenario tradicional, sino que se emplean lugares alternativos: calles, plazas, el metro, mataderos abandonados o fábricas. Los actores representan una obra, pero la adaptan a las circunstancias del momento ( la actitud del público y el tipo de escenario ). La finalidad de la performance es poner a prueba al espectador y provocarle. Por este motivo, es importante que la representación se aleje del formato clásico.
El actor de estas representaciones es un performer y normalmente interactúa con el público, al cual invita para que participe de la actuación. Otro de las posibilidades es la combinación de varias manifestaciones artísticas ( teatro combinado con danza, con pintura o con escultura ). Hay un anhelo de fusión de tendencias distintas, porque el arte no tiene una única manera de expresarse. Cada sesión tiene una matriz, un esquema, pero los actores incorporan unas dosis significativas de improvisación.
La idea general es la ruptura con el canon tradicional. La performance representa una manifestación abierta, en la que impera la idea de todo vale y, lógicamente, el resultado final es imprevisible.
Es una fórmula que conecta con la cultura urbana y dinámica del modelo actual de sociedad, más abierta y espontánea.
La perfomance permite que los creadores experimenten con el arte. La idea del teatro como un lugar cerrado en el que el público se limita a observar desde su butaca, se rompe con el nuevo enfoque. Se aprecia que hay un impulso de libertad en el contenido de estas actuaciones, como un nuevo espíritu que pretende comunicarse a un espectador diferente.