Pedro II de Brasil fue emperador de Brasil por unos 58 años, entre 1831 y 1889, en el marco del proceso político llamado Imperio de Brasil.
Emperador brasilero durante 58 años
Este formato político perduró entre 1822 y 1889 y por caso fue prácticamente Pedro II quien ejerció la autoridad gran parte de su duración.
Se instala tras la guerra de la independencia por la cual Brasil se independiza de Portugal.
Un hombre comprometido con el crecimiento y desarrollo de su país
Política, social, y económicamente fue un periodo positivo y de crecimiento para Brasil y en ese resultado final mucho tuvo que ver la labor de Pedro II quien se había preparado especialmente para ese cargo y que supo desplegarlo con un enorme compromiso y amor por su patria, hecho que manifestaría hasta el último de sus días…
Heredó el trono de su padre Pedro I a muy temprana edad, cuando tenía nada más que cinco años.
Nació en Río de Janeiro un 2 de diciembre del año 1825 y sus raíces mezclaban a varias realezas europeas, como los Habsburgo, la dinastía portuguesa de Braganza y hasta al poderoso conquistador Napoleón Bonaparte de quien fue sobrino político por parte de su mamá.
Su padre debió abdicar a su favor como consecuencia que tuvo que viajar a Portugal para restaurar en el trono a su hija María II.
En un comienzo el gobierno recayó en diversas personas allegadas a Pedro I hasta que este pudo hacerse cargo per se.
Levantó de la crisis a Brasil y la convirtió en potencia
Su gobierno se destacó por la promoción de la libertad de expresión, el respeto de los derechos civiles, por la abolición de la esclavitud, por promover la cultura y las ciencias y por haber podido convertir a Brasil en una potencia a pesar de haber recibido un imperio en crisis.
Cuando cumple 60 años, y ya con varios problemas de salud sobre sus espaldas, decide viajar a Europa para ser tratado médicamente y buscar algo de paz alejado de la política.
El final de Pedro lejos de su patria y el de la monarquía brasilera casi al mismo tiempo
La princesa Isabel asumió la regencia y en su ausencia firmó la ley que abolía la esclavitud, medida que enojó a los hacendados que apoyaron al bando republicano y gestaron el derrocamiento de la monarquía en 1889.
Pedro II fallecería dos años después, en 1891, en Francia, con poco dinero pero siempre añorando su patria.