Un término tan simple y común es igual de importante a definir qué otros más complejos porque eso es lo que nos permite entenderlos mejor y usarlos correctamente en el lenguaje.
La Constitución de un vínculo elemental para la vida humana.
Desde los comienzos de la historia humana la familia como grupo social ha sido central no sólo para la supervivencia de la especie (siendo que esta contiene en su gen interno la función de la descendencia) sino también para aportar a la calidad de vida de cada uno de sus miembros.
En este sentido, la constitución de la familia no puede darse sin que exista antes la pareja, es decir, la unión de dos personas que tienen como fin el amor y la continuidad de la vida así como también un proyecto común.
La pareja como una construcción social y cultural.
Si bien uno podría tender a pensar que la pareja como unión de dos personas es algo dado y preconcebido desde siempre, la realidad es que la misma es una construcción social que varía en cada sociedad y que consta de pautas culturales diferentes de acuerdo a cada comunidad.
En este sentido, las parejas han sido por mucho tiempo formas de enlace político que se arma más allá de la voluntad de sus participantes, como una previsión económica, política o cultural de terceros. Así, mientras en Occidente hoy en día una pareja parece constituirse por la decisión de sus integrantes, en otras partes del mundo todavía menores de edad son obligados a casarse con adultos por decisión de sus padres o de terceros.
La diversidad se reconoce como parte del concepto de pareja.
En los últimos tiempos, las sociedades occidentales (aunque todavía no todas) han comenzado a reconocer la posibilidad de que las parejas no sigan exclusivamente parámetros heteronormativos, es decir que se acepten formas de pareja que proponen nuevas sexualidades e identidades de género.
En varios países incluso se ha reconocido el matrimonio igualitario, es decir entre personas del mismo sexo o de identidades diversas, como un modo de romper con la idea de pareja como unión excluyente de un hombre con una mujer. Este enorme reconocimiento supone poder permitir que se den en la teoría y en el ámbito legal de poder del Estado aquellas uniones de pareja que ya existen de hecho y que escapan a las limitaciones tradicionales. Así, podemos encontrar gran número de posibilidades de parejas que escapan también a formas monogámicas y moralistas.
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