Biografía de Otto Frank

Nació en Alemania, en el seno de una acomodada familia judía de tendencia liberal no ortodoxa. Fue el segundo de cuatro hermanos. Su padre fue el dueño de un banco de negocios en la ciudad de Fráncfort del Meno.

Tras graduarse en el secundario estudió algunos años la carrera de historia del arte en Heidelberg.

Realizó pasantías en diversos bancos y en la famosa tienda norteamericana Macy’s.

Murió su padre de modo repentino y regresó a Alemania.

Es empleado por una empresa que produce herraduras para caballos.

Fue convocado por el ejército alemán, en el marco de la Primera Guerra Mundial, e integró un grupo cuya misión era el análisis del fuego de la artillería enemiga.

Finalizada la guerra fue condecorado y alcanzó el grado de teniente.

Comenzó a trabajar en el banco familiar.

Se casó con Edith Holländer, en Aquisgrán, bajo el rito judío. Con ella fueron padres de Margot y Ana, nacidas en 1926 y 1929, respectivamente.

Se marchó junto a su familia a Países Bajos. Decidió junto a su esposa dejar Alemania ante la creciente inestabilidad económica, producto de la crisis de 1929 y de la guerra, y el cada vez más evidente antisemitismo de Hitler.

Trabajó incansablemente para afianzar su empresa en un nuevo contexto.

La situación económica de la familia mejoró gracias al aumento de las ventas de hierbas y de pectina.

Alemania invadió los Países Bajos y la tranquilidad de los Frank quedó interrumpida para siempre.

La ocupación nazi fue implacable con la comunidad judía. Estableció una serie de medidas antisemitas, entre ellas que los judíos no podían ser dueños de empresas privadas, tal era el caso de Otto.

Solo por algún tiempo, y gracias a la ayuda de algunos buenos amigos, consiguió escapar de la persecución nazi.

Comenzaron a detener hombres judíos y los llevaron directamente al campo de concentración de Mauthausen. Muchos de sus amigos y conocidos fueron llevados allí y también gran parte de ellos fueron asesinados.

Planeó escapar a Estados Unidos, pero no consiguió los papeles en tiempo y forma y además el país cerró sus fronteras tras involucrarse en la guerra.

Acondicionó un espacio en su empresa para esconderse junto a su familia, y la llamaron “la casa de atrás”.

Su hija Margot fue citada a un campo de concentración y tanto Otto como su esposa decidieron que era momento de usar el escondite.

Pasó a la clandestinidad junto a su mujer y sus dos hijas, en la habitación de su empresa ubicada en la calle Prinsengracht.

A la semana se le unieron la familia de su empleado Hermann van Pels, y dos meses después, se unió a ellos un amigo odontólogo, Fritz Pfeffer.

La convivencia entre las familias fue ciertamente difícil, tal como quedó expuesto por Ana en su diario, en tanto, Otto, trató siempre de componer y ejerció un rol de contención en los momentos de discusiones más álgidos.

Los nazis descubrieron el escondite y todos fueron detenidos por agentes holandeses.

Luego de pasar unos días en prisión los llevaron al campo de tránsito de Waterbork, separados por géneros, y llevados a unas barracas destinadas al castigo.

Por la noche podía ver a su mujer e hijas.

A las pocas semanas, la familia fue trasladada en tren hacia el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. El viaje fue un suplicio por el hacinamiento.

Al llegar a la estación, en el andén, separaron a los hombres de las mujeres y esa fue la última vez que vio a su esposa y a sus hijas.

Otto es asignado a trabajar en un pozo de grava que se usaría para proyectos de construcción. Luego fue enviado al Kommando Strassenbau, para construir caminos. El frío era letal y entonces comenzó a hacer otro tipo de trabajos menos pesados: pelar papas.

Generó un vínculo de complicidad y apoyo con sus compañeros, sin embargo, su estado físico empeoró y fue trasladado a una barraca para enfermos.

El avance soviético impulsó la evacuación de Auschwitz, pero su débil estado no le permitió moverse de la barraca.

Creyó que sería fusilado pero su pensamiento afortunadamente no se concretó y las tropas soviéticas que siguieron avanzando ingresaron al campo y los liberaron.

Cuando su salud mejoró emprendió la vuelta a Países Bajos con la esperanza de reencontrarse con sus hijas y su esposa.

Aunque los nazis fueron derrotados, los combates continuaban en algunos países de Europa, y entonces debió afrontar un viaje larguísimo que incluyó navegar en el barco Monoway hasta Marsella. En la travesía se enteró que su esposa murió en el campo.

Alemania se rindió y los Países bajos son liberados.

Regresó a Ámsterdam y fue un gran alivio y alegría descubrir que todos los que los protegieron en la “casa de atrás” sobrevivieron.

Se mudó a la casa de los Miep Gies.

Se enteró que sus hijas fallecieron en el campo de Bergen-Belsen, a causa del cansancio y las enfermedades.

Recibió los diarios escritos por su hija Ana y aunque al comienzo le produjo tristeza saber de ellos, cuando comenzó a leerlos quedó absolutamente fascinado por lo allí escrito.

Publicó El Diario de Ana Frank, que rápidamente se convirtió en best-seller y fue traducido al francés, inglés y alemán.

Decidió mudarse a la ciudad de Basilea, en Suiza, porque los recuerdos en Ámsterdam se hicieron cada vez más dolorosos.

Se casó con Fritzi Markovits, quien tenía una hija de nombre Eva, nacida en el mismo año que Ana.

Se inauguró, bajo su supervisión, La Casa de Ana Frank, en la propiedad de la calle Prinsengracht.

Los últimos años de vida los dedicó a dar conferencias internacionales, a resguardar el legado de su hija, a través de la fundación y la casa, y a promover la defensa de los derechos humanos por sobre todas las cosas.

Falleció a los 91 años en la ciudad de Basilea, por cáncer de pulmón.