- Del Mar y la Tierra:
- Personalidad
- Matrimonio e hijas
- Aparición en la Ilíada
- Simbología del dios
Al ser el dios más antiguo y pensar en él como el anciano del Mar, Nereo era representado de manera similar a como se presentaría posteriormente a Poseidón: cuerpo musculoso e idealizado, y el rostro con una frondosa barba, sentado sobre un trono, solía llevar bastón, y a veces lo acompañaban y rodeaban sus queridas hijas, las nereidas.
Nereo es hijo de dos entidades primordiales: Ponto (el Mar) y Gea (la Tierra). Ponto era, a su vez, hijo de Gea, pues al igual que Urano (el Cielo), ella misma lo creó, o al menos salió de ella, como si los hubiera arrancado de su ser para que formaran otro elemento diferenciador de la Tierra, y con ambos tuvo descendencia.
De esta manera, tras el origen del mundo según los griegos (con el Caos) se avanzó poco a poco, y todas estas primeras entidades fueron esenciales para el desarrollo de la futura civilización, además de ser los ancestros de los dioses Olímpicos, aquellos que conocemos mejor entre todo aquello que abarca la extensa mitología.
Con el Mar, Gea tuvo un total de cinco hijos: Taumante, Forcis, Ceto, Euribia y Nereo, conocidos como los Póntidas (nombrados de esta manera haciendo honor a su padre), y entre ellos destaca precisamente Nereo, el mayor de los hermanos y el dios más antiguo del mar.
Por otro lado, las entidades primordiales Hémera (el Día) y Éter (la Luz) engendraron a Talasa, la versión femenina de Ponto, que también representaba el gran Mar.
El carácter de Nereo lo conocemos principalmente a través de la Teogonía de Hesíodo, que dice así:
“Ponto engendró al sincero y veraz Nereo, el mayor de sus hijos. Además, le llaman Viejo, porque, infalible y benévolo, no se le ocultan las leyes divinas, sino que conoce justos y sabios designios”.
Hesíodo: Teogonía, 233 – 238.
Con este pequeño fragmento que dedica Hesíodo en su Teogonía al personaje que tratamos, nos deja bien clara la naturaleza del dios primordial marino: justo, de buenos pensamientos y en absoluto cruel, tratando de cumplir las leyes y seguir siempre el buen camino.
La pequeña fama de Nereo viene dada por su descendencia. El primigenio dios marino se casó con Doris, una de las oceánides, y fruto de esta unión nacieron las conocidas nereidas, nada menos que cincuenta ninfas del mar, bellas mujeres del mar Mediterráneo que vivían en sus profundidades, aunque ocasionalmente salían al exterior para ayudar a los marineros extraviados o las víctimas de algún naufragio.
Las más famosas de estas nereidas son Tetis (la futura madre del héroe Aquiles), la bella Galatea, de quien se enamoró el terrible cíclope Polifemo, un amor que evidentemente no era correspondido, la nereida estaba enamorada de un apuesto pastor llamado Aucis, al que Polifemo mató por celos. Y finalmente Anfítrite, la nereida que se casaría con el dios de los océanos: el poderoso Poseidón (o Neptuno).
Nereo es mencionado de pasada en la Ilíada de Homero, siendo su propia hija Tetis quien habla de él, refiriéndose a su padre como “el anciano del Mar”, misma expresión que ya hemos visto en la Teogonía de Hesíodo, en ambos casos utilizado como un equivalente de sabio.
Fue Nereo quien hizo conocedora a Tetis del destino que habían decretado las Moiras para su hijo Aquiles: Si no iba a Troya y se mantenía lejos de la Guerra, tendría una vida larga y feliz, moriría siendo un anciano, pero su nombre sería olvidado. En cambio, si luchaba en Troya moriría, aunque su nombre y su leyenda sería recordada durante milenios. Tetis comunicó a Aquiles las mismas palabras que a ella le había comunicado Nereo, y, para su desgracia, Aquiles optó por la segunda opción.