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Nació en la ciudad de Tenochtitlán (Ciudad de México) y capital del Imperio Mexica. Fue hijo del emperador Axayácatl y bisnieto de Moctezuma I.
Según los intérpretes de la lengua originaria, su nombre Moctezuma Xocoyotzin refiere: “hombre sañudo, circunspecto, serio, que se hace temer y respetar”.
Desde pequeño demostró una gran disciplina que trasladó al cumplimiento de sus deberes militares, con los maestros y los dioses.
Falleció su padre y esta situación afectó profundamente su carácter.
Recibió la iniciación sacerdotal, tal era el uso y costumbre de la cultura, en el cerro Estrella, y a partir de ese entonces se le consideró experto en lectura de los códigos antiguos.
Participó en su primera batalla, una especie de bautismo de sangre, que todos los jóvenes y señores aztecas debían enfrentar; no se consideraba adulto a quien no había tenido este “bautismo de combate”.
Capturó a 4 enemigos y logró el ascenso militar a general.
Se casó con su primera esposa, descendiente de los antiguos señores toltecas, lo que le reportó una consideración más aristocrática.
Era un ferviente convencido que solo la nobleza de sangre debía ocupar los cargos del estado y no estaba de acuerdo en la meritocracia que hasta ese momento regía al imperio.
Claramente, cuando asumió el poder, impuso esta idea, y descartó del palacio y los puestos del estado a quienes no demostrasen un origen noble.
Asumió el trono azteca tras la muerte de su tío, el emperador Ahuízotl.
Estableció una administración central, dividida administrativamente en provincias, que dependió del poder central, que él mismo encarnó, y que gestionaba el sistema de tributos de cada una de esas entidades territoriales.
En materia militar no hizo nada innovador más que continuar con la expansión militar iniciada por sus antecesores, sin embargo, se encontró con la resistencia de los pueblos de Texcoco y Tlaxcala.
Llegaron los primeros conquistadores españoles a las costas de Yucatán, en tanto, convencido que eran enviados del dios Quetzalcóatl (serpiente emplumada) les hizo llegar regalos a través de sus emisarios. Los fastuosos presentes que recibieron no hicieron más que despertar la codicia que ya traían desde España.
Se reunió con el conquistador español Hernán Cortés, y al verlo, profundamente dominado por la superstición, se convenció que estaba frente al dios Quetzalcóatl.
Decidió someterse a la voluntad y decisiones de Cortés al advertir que le sería muy difícil vencerlo con las fuerzas que lo acompañaban.
Al ingresar y tomar su palacio, Cortés, pidió sacar las imágenes de los dioses mexicas y las suplantó por cristianas, incluso, convirtió al cristianismo al propio emperador, lo bautizó, lo hizo asumirse súbdito de la corona española y recibió su penacho. Prohibió el sacrificio humano.
Cabe destacarse que, el penacho estaba conformado por plumas de coloración verde de quetzal, y rojas del pájaro espátula. Fue rescatado en el siglo XVI y formó parte a partir de entonces de la colección del archiduque Fernando de Tirol y desde ese momento permaneció en Austria.
Fue asesinado por parte de sus súbditos, enfurecidos por su complicidad con los conquistadores españoles. Lo atacaron con flechas y piedras.
Existen varias versiones, algunos historiadores sostuvieron que, en realidad, lo atacaron cuando salió al balcón del castillo para pedir tranquilidad a sus gobernados le declararon la guerra a los invasores; otros señalan que los españoles lo utilizaron de “escudo” humano para sortear los ataques del ejército mexica.
Lo cierto es que murió a causa de las heridas mortales recibidas durante ese episodio bastante confuso.
Su cuerpo fue quemado y los españoles debieron huir al día siguiente al ser superados por los mexicas. Perdieron casi todo el oro que había conseguido y se refugiaron entre los tlaxcaltecas.
Lo sucedió como emperador su hermano Cuitláhuac, quien duró 80 días al frente del imperio; luego lo sucedió su sobrino Cuauhtémoc, quien fue el último emperador azteca.