La orquestación, tal como se denomina al estudio y la práctica de componer música para orquesta, ha tenido en el compositor francés Maurice Ravel a uno de sus máximos exponentes.
Su particular minuciosidad y obsesión por el detalle lo indujeron hasta la mismísima perfección musical y por ello mismo es que está considerado como un maestro dentro de la labor musical contemporánea.
Ravel nació el 7 de marzo del año 1875, en Ciboure, Francia, en el seno de una familia acomodada, su padre era un ingeniero civil de ascendencia suiza y su madre descendiente de una tradicional familia vasca española.
A los pocos meses de nacido, su familia se trasladó a la ciudad de París.
En tanto, sería precisamente durante su infancia que recibiría las primeras influencias musicales, que más tarde incidirían notablemente en su producción.
Una de las más influyentes fue su madre trasladándole toda su impronta cultural vasca.
Sus padres, atentos a esa fenomenal disposición natural hacia la música que Maurice comenzó a demostrar en sus primeros años de vida lo alentaron en ese sentido y ya a los seis años estaba estudiando piano.
En el año 1889 ingresa al Conservatorio de París y allí entrará en contacto con los grandes compositores que también influirían su obra.
El primer reconocimiento se lo otorgó sin dudas su participación en el Gran Premio de Roma, en el cual obtendría un segundo lugar con la composición musical Myrrha.
Cabe destacar que Ravel ha sido reconocido especialmente por el bolero, una composición musical ideada por él mismo, cuando corría el año 1928 y que se estrenó en el Opera Garnier de la ciudad de París.
Interpretada en ballet compuesto, pronto, el bolero de Ravel, se convertiría en un suceso como consecuencia de la originalidad que proponía.
Otras obras destacadas de Ravel han sido: Balada de la reina muerta de amor, Serenata grotesca, Habanera para dos pianos, Concierto para la mano izquierda, Concierto en sol, Rapsodia española, La valse.
A partir del año 1933 la salud de Ravel entra en un estado complejo y ciertamente declinante como consecuencia de un padecimiento neurológico que lo llevó a ir perdiendo de a poco sus capacidades de escribir, de hablar y moverse, llegando a permanecer en el más absoluto silencio durante los últimos cuatro años de su vida.
El 28 de diciembre del año 1937, a los 62 años, fallece en Paris.