María I de Inglaterra o María Tudor, como también se la conoce por formar parte de tal dinastía, reinó Inglaterra desde Julio del año 1553 hasta Noviembre del año 1558.
Era hija del rey Enrique VIII, el rey que inició la ruptura con la iglesia católica y estableció su propia iglesia, la Anglicana, tras impedírsele divorciarse de justamente la madre de María, Catalina de Aragón, con quien se había casado en el año 1509 y no pudo engendrar la descendencia masculina que tanto añoraba.
Por supuesto tal cuestión influyó directamente en la infancia y juventud de María quien debió crecer con esta presión sobre sus espaldas.
Como buena princesa, María, recibió una dedicada educación y a pesar de no ser el varón que tanto deseaba, Enrique VIII, colmó de gustos y lujos a su hija María hasta que llegó el divorcio con Catalina de Aragón, y entonces María fue retirada de la línea sucesoria y declarada hija ilegítima.
De inmediato, María, fue expulsada de la corte y debió asumir el rol de dama de compañía de su hermanastra Isabel I, hija de Enrique VIII y de Ana Bolena.
Asimismo, cuando falleció su madre en el año 1536 se le impidió verla y asistir a su funeral.
Cuando finalmente llega el hijo varón añorado (el futuro Eduardo VI), Enrique VIII, ante la actitud de acercamiento de María de acompañarlo en los funerales, le otorga algunos de los privilegios eliminados oportunamente: una casa y la posibilidad de residir en los palacios reales.
La última esposa de su padre, Catalina Parr, fue la responsable de la reunión familiar y de que mediante el documento Acta de Sucesión, Enrique VIII, volviese a incluir en la línea sucesoria, detrás de Eduardo VI, a sus dos hijas: María I e Isabel I.
El intempestivo fallecimiento en el año 1553 de Eduardo VI significó la oportunidad de reinar para María I, sin embargo, una maniobra política hace que la sobrina de Enrique VIII, Juana Grey, asuma el gobierno.
Pero muy corto sería el tiempo de reinado, nueve días, porque tras sufrir la retirada de apoyos, el mando caerá en María I, quien será proclamada reina en julio del año 1553.
De su corto gobierno se ha destacado sin dudas su decisión de rechazar la reforma religiosa impulsada por su padre y por tanto de volver a someter a Inglaterra a la autoridad de la Iglesia Católica.
En su denodada lucha por desterrar el protestantismo, María I, aprobó la condena en la hoguera a 300 religiosos disidentes.
Por tal situación en la historia se la recuerda como María La sangrienta o Bloody Mary.
Al poco tiempo de asumir, fue invadida por la misma obsesión que su padre de lograr la descendencia, por ello se casó con Felipe II de España, aunque, María, fallecería sin lograr la tan preciada maternidad en noviembre del año 1558.
La sucedió su hermanastra Isabel I.