Eso que la mafia es oriunda de Italia y que de allí se expandió como reguero de pólvora por todo el mundo no es para nada cuento, sino no tenemos más que echar una mirada a la increíble vida y obra de Charles “Lucky” Luciano, mejor conocido como simplemente Lucky Luciano, un italiano que pasó a la posteridad por ser considerado el cerebro organizador de la mafia en suelo norteamericano.
El crimen organizado tal y como lo conocemos hoy se le debe justamente a la obra de este hombre que en las primeras décadas del siglo pasado se asentó en Norteamérica y allí se ocupó de enquistar la mafia siendo el primer Don de la familia Genovese y además desplegó un rol clave en lo que fue la comercialización de la heroína.
Luciano nació como Salvatore Lucania un 24 de noviembre del año 1897, en el municipio siciliano de Lercara Friddi.
Cuando Lucky tenía nada más que diez años su familia recaló en la Isla Ellis, un islote ubicado en el puerto de la ciudad de Nueva York.
Como consecuencia de la viruela que le diagnosticaron las autoridades de la salud estadounidense, Lucky, permaneció en aislamiento hasta que su recuperación le permitió unirse nuevamente a su familia que se había instalado en un barrio poblado principalmente por judíos.
Tan solo cuatro años después de su llegada comenzaría su carrera delictiva, que obviamente lo llevaría a protagonizar varias entradas a la cárcel por vender sustancias ilegales y por perpetrar asaltos.
Para 1920 comenzó a pisar más fuerte en la ciudad y sus lazos con otros capos mafia como ser Al Capone, Vito Genovese, entre otros, comenzaron a rendir sus frutos ya que en tiempos de ley seca se convirtió en uno de los más importantes importadores de whisky y de ron, en empresario de prostitución y también ejercería una gran influencia en el control del juego.
Casi siete años después, en 1927, Luciano ya era un hombre de mucho dinero que ganaba millones gracias a la prostitución y la venta de droga.
Su unión con el capo mafia Giuseppe Masseria lo ayudaría en un comienzo pero también le provocaría los primeros grandes enfrentamientos entre bandas ya que tras romper con él, porque Luciano no profesaba los ideales de la mafia italiana que proponía como valores fundamentales la tradición, el honor y el respeto, entabló una guerra de años con Salvatore Maranzano, jefe de la Cosa Nostra.
El asesinato de Masseria ordenado por Luciano, finalmente, terminaría con la guerra y lo erigiría a este como mano derecha de Maranzano.
Obviamente, pronto, Maranzano, se convertiría en su gran escollo y también terminaría con su vida.
Acto seguido, Luciano, se proclamó el Don y quien manejaba la comisión que integraban el resto de los capo mafia.
En el año 1936 llega su ocaso ya que el fiscal Thomas Dewey consigue dar curso a una acusación en su contra por instigación a la prostitución.
Aún desde la prisión, continuó algún tiempo manejando la mafia a través de su segundo Vito Genovese.
Para evitar una larga condena, Luciano, hace un acuerdo con la justicia estadounidense y entonces es devuelto a su patria, Italia.
Decidido a contar su historia en primera persona, Luciano, muere justo cuando se procedía a hacerlo, el de 26 de enero del año 1962, de un infarto, en la ciudad italiana de Nápoles.