En los países democráticos existen toda una serie de libertades que se son establecen en la constitución de cada nación.
Hay varios tipos de libertades: la libre circulación de los ciudadanos en un territorio, la libertad de culto ( se pueden practicar todas las religiones sin restricciones ), la libertad de asociación y, la que en esta entrada vamos a analizar, la libertad de expresión.
Es evidente que las personas tenemos distintas maneras de pensar en relación con los temas generales que nos afectan, de tipo político, económico, social, cultural o religioso. Para que podamos expresar nuestra ideas sin ningún temor a posibles represalias, es importante que la ley establezca de manera explícita el reconocimiento de la libertad de expresión.
Un ciudadano pone en práctica este derecho cuando da a conocer sus ideas ( verbalmente, por escrito y en cualquier soporte ) sabiendo que nadie está autorizado para practicar la censura en relación con sus palabras.
La democracia se asienta en el principio de la libertad y el de la tolerancia. Libertad y tolerancia implican que tenemos el derecho a manifestarnos, sea cual sea nuestra opinión. Esto no significa que la ley permita absolutamente cualquier forma de la libertad de expresión. Hay algunos límites: la difamación, la calumnia y algunas expresiones que tienen un carácter violento. Éstas son, esencialmente, las únicas restricciones de la libertad de expresión. Es lógico que existan estas limitaciones. Pensemos, por ejemplo, en el uso de términos o símbolos con significado violento. El hecho de utilizarlos como síntoma de libertad de expresión, supondría que la libertad de los violentos anularía la de quienes no lo son, por lo que es razonable prohibir la libre expresión de las ideas cuando éstas son sinónimo de violencia.
No es fácil delimitar con claridad cuándo se está ejerciendo el derecho a la libertad de expresión y cuando se está utilizando para fines ofensivos. Es una polémica teórica y práctica a la vez. En ocasiones, estas polémicas se resuelven en los tribunales de justicia, donde un juez tendrá que pronunciarse sobre la vulneración de este tipo de libertades.
La libertad de expresión es una conquista de la democracia y, aunque está reconocida desde un punto de vista formal, no siempre es real. Hay grupos o colectivos que intentan controlar la libre expresión de las ideas y lo hacen de una manera sutil, ya que hacerlo explícitamente supondría un delito.