Los 5 sentidos son aquellos que poseen todos los animales y que les permiten nutrirse de diferente información tanto para subsistir como para enfrentar mejor ciertos peligros. Ellos son el tacto, la vista, el oído, el gusto y el olfato. Dependiendo del animal que hablemos, cada uno de esos sentidos estará mejor desarrollado según las necesidades de la especie. En el caso del ser humano, la vista es claramente el que lleva el rol preponderante como método de aprendizaje y conocimiento aunque los demás cumplen roles también importantes.
La vista, eje del conocimiento humano
Si tenemos en cuenta que la vista nos ha permitido desarrollar gran parte de nuestra forma de vida comprenderemos el por qué de su importancia. Poder ver, no sólo a nuestro alrededor sino también en lejanía (y además en forma panorámica a diferencia de muchas especies animales) nos ha permitido establecer un estilo de vida que nos da proyección y nos ayuda a protegernos mejor de posibles ataques.
En la actualidad, la vista cumple un rol fundamental para el ser humano como método de conocimiento. La mayor parte de las cosas que aprendemos son recibidas en nuestro cerebro a partir de la visión: imágenes, el mundo que nos rodea, colores, videos, películas, símbolos, etc. Todo lo que sabemos lo hemos visualizado e incluso tenemos la capacidad de seguir viendo imágenes cuando dormimos y soñamos. Mientras otros sentidos han perdido fuerza, la vista se ha desarrollado potentemente en el ser humano y en el día de hoy la información suele entrar por los ojos, por eso las empresas utilizan campañas publicitarias que buscan llegar a los posibles clientes a través de imágenes fuertes, coloridas, llamativas.
Los sentidos más intensos e irracionales
Si bien la vista ocupa para nosotros un rol preponderante en lo que respecta a brindarnos información, todos los restantes sentidos actúan sobre nuestro cerebro dándonos datos que nos son útiles para la supervivencia. El olfato muchas veces nos puede indicar situaciones de peligro o de desagrado (por ejemplo el olor a podrido, el olor a pólvora, el olor a humo), otras veces puede despertar en nosotros recuerdos de otras épocas que ni siquiera sabíamos que teníamos.
El oído por su parte también es central para un mundo en el que el audio ha ganado cada vez más espacio y el silencio se ha convertido en un elemento cada vez más ausente. Así, no sólo la música es importante en nuestras vidas sino el registro de muchos sonidos que nos rodean, por ejemplo la bocina de un auto, un grito, el sonido de un animal, etc.
Finalmente, el tacto y el gusto pueden ser considerados los menos poderosos pero aún así están presentes en nuestra vida cotidiana y nos marcan tanto sensaciones de placer como de desagrado que hacen a la calidad de vida.