Hay individuos a quienes realmente los apasiona la actividad que desarrollan y entonces la misma deja de pronto de ser una ocupación para pasar a ser una gran atracción y actividad.
Eso es lo que le sucedía hace dos siglos atrás a Jean-François Champollion con Egipto.
Era tal su interés e inclinación por la cultura egipcia que este popular filólogo y también bautizado como egiptólogo, por su gran especialización en esta sociedad, terminó por descubrir importantísimas cuestiones intrínsecas a esta comunidad.
Jean-François Campollion nació en la localidad de Figeac, el 23 de diciembre del año 1790 y a pesar del analfabetismo de su madre y de la ausencia recurrente de su padre por cuestiones de trabajo, Jean, pudo acceder a la educación, primero a partir de las enseñanzas impartidas por su hermano mayor y luego en la escuela.
Sus maestros lo señalaban como un niño prodigio y brillante, en aquello que le interesaba, vale destacar, porque cuando la asignatura no le despertaba interés dicen que se frustraba y se comportaba mal.
Luego continuaría la formación con un tutor y para los diez años ya dominaba varias lenguas como ser la hebrea, la caldea, la árabe y siria.
Un año después conocería a Jean-Baptiste Joseph Fourier, un matemático cercano a Napoleón a quien le apasionaba la cultura egipcia.
Fourier había sido encomendado por Napoleón para crear la enciclopedia de Egipto y en este marco contrato al joven Champollion, quien de inmediato se sentiría también rendido a los pies de esta cultura milenaria.
Una vez finalizados sus estudios básicos viaja a París para profundizar el estudio de lenguas antiguas y de los jeroglíficos, algo que lo desvelaba.
Champollion sostenía que la llave para descifrarlos estaba en el dominio del idioma egipcio y entonces orientó su estudio a este tema en varias instituciones francesas.
En el año 1809 publica una biografía sobre Egipto que lo llevará directamente a convertirse en profesor de Historia en la Universidad de Grenoble.
Para 1816, con Napoleón fuera del poder, Jean Champollion fue despedido de la universidad y enviado a su ciudad natal en castigo por su compromiso con Napoléon.
A pesar de este revés continuó su estudio y en 1822 logró descifrar por completo los jeroglíficos produciendo realmente un hito en la historia de la Egiptología.
Su aporte fue reconocido con el nombramiento como conservador de la colección egipcia en el Museo del Louvre.
En 1828 finalmente cumple su tan ansiado deseo de conocer Egipto.
Una de sus obras más importantes al respecto es Gramática egipcia.
Pero lamentablemente disfrutaría muy poco del éxito y el homenaje a su arduo trabajo ya que en 1832 moriría a la temprana edad de 41 años por varias afecciones que lo aquejaban.