Jack London fue un prolífico y exitoso autor norteamericano cuya fama explotaría especialmente con las obras Colmillo Blanco y La llamada de lo salvaje.
Exitoso autor norteamericano, de infancia compleja y afán aventurero
Nace como John Griffith Chaney en San Francisco un 12 de enero del año 1896, en tanto, al respecto de su infancia y adolescencia se ha destacado que ha tenido que padecer penurias económicas y familiares, incluso, se habría enterado de grande que tenía un padre biológico distinto al que siempre había creído.
Su formación fue bastante autodidacta, gustaba de leer en las bibliotecas y allí aprendería muchísimo, inclusive ahí mismo encontraría su vocación por la escritura.
Hacia finales del siglo XIX decide embarcarse hacia Alaska con la promesa de encontrar oro, aunque todo quedó en un sueño de hacerse rico y regresará a su patria sin dinero y encima enfermo.
Pero pronto su vida daría un vuelco de 360° ya que en los primeros años del siglo XX ya es uno de los autores más vendedores de su patria.
Prolífica y valorada obra
Escribió sobre múltiples temas, como ya señalamos, ideó novelas, ensayos, cuentos breves, género que en aquel tiempo estaba floreciendo y por ello se lo considera un pionero, entre otros, en los que abordaría entre otros tópicos los temas sociales de su época.
Respecto del lenguaje sabía escribir con una enorme versatilidad, claridad y transmitir emociones y contextos dramáticos como nadie.
Sus personajes siempre están al límite de las situaciones y London supo demostrarlo tan solo con su pluma, algo ciertamente valioso y admirable.
También, debemos decir que una característica común de muchos de sus personajes es que se enfrentan normalmente a adversidades como el clima, otros hombres y animales que parecen superarlos.
Los últimos años de su vida se caracterizaron por una dependencia al alcohol que mermó su capacidad profesional.
Existen muchísimas versiones acerca de su muerte, algunos sostienen que se trató de suicidio y otros afirman que había muerto de uremia, enfermedad que lo había llevado a administrarse en grandes dosis morfina para alivianar el dolor y que le podría haber causado la muerte.
Lo cierto es que falleció muy joven, a los 40 años, un 22 de noviembre del año 1916.