Aunque a los catorce años de edad todavía no manejaba el idioma castellano que también se hablaba en su patria, México, como consecuencia de su origen indígena, Ignacio Manuel Altamirano, supo adelantarse increíblemente a la mencionada carencia y en un tiempo no muy extenso supo erigirse en uno de los escritores más prolíficos y destacados de la literatura de su tiempo, incluso sentó las bases de la novela nacional, aquella que se ocupaba de temáticas y personajes propios: el indio, la idiosincrasia y la historia mexicana y el paisaje autóctono.
Pero no solo de las letras vivió el hombre y además de escribir y enseñar, Altamirano, supo desplegar un perfil combativo a la hora de pelear por los ideales liberales con los que comulgaba, y cuando se asentó el gobierno por el cual luchó, también se desempeñó en diferentes cargos públicos.
Altamirano nació el 13 de Noviembre del año 1834, en Tixtla, una población perteneciente al estado mexicano de Guerrero, en el seno de una familia indígena.
Su padre, poseía un lugar destacado de mando en la etnia de los Chontales.
Cuando Altamirano tenía 14 años, su padre fue designado como alcalde de Tixtla con lo cual las posibilidades de acceder a una formación cultural completa se convirtió en una realidad para Ignacio Manuel, quien pudo aprender a leer y a escribir y asistir como cualquier niño de su tiempo a la escuela.
Entre otras instituciones, Altamirano, asistió al Instituto Literario de Toluca y cursó derecho en el Colegio San Juan de Letrán.
En el año 1854, como buen defensor del Liberalismo, Altamirano, apoyó y participó de la evolución de Ayutla, tal como se denominó al movimiento insurgente que luchó contra la dictadura ejercida por Antonio López de Santa Anna; tiempo después también participaría en la Guerra de Reforma y combatiría contra la Invasión Francesa.
Una vez superados estos momentos políticos álgidos que requirieron de su compromiso, Altamirano, se dedicó: a la enseñanza en diversos establecimientos como ser: Escuela Nacional Preparatoria, Escuela Nacional de Maestros y en la Escuela Superior de Comercio y Administración; a la escritura de diferentes obras que se convertirían en clásicos de la literatura mexicana: Rimas, El Zarco, Clemencia, Cuentos de Invierno, Atenea, La navidad en las montañas, entre otros; a proyectos en la prensa: fundación del periódico El Correo de México, de la revista literaria El Renacimiento, El Federalista, la Tribuna y La República; a la función pública: diputado en el Congreso de la Unión, procurador general de la república, juez, fiscal, presidente de la Suprema Corte, oficial mayor del Ministerio de Fomento y en sus último años desempeñó trabajo diplomático en Barcelona y París.
Falleció en San Remo, Italia, el 13 de Febrero del año 1893.