La hipocresía es una actitud negativa de un individuo del cual sus acciones no se corresponden con aquello que dice pensar u opinar. Es comparable con la falsedad, y podríamos decir que es en ésta que tiene su base, pues la persona hipócrita actúa básicamente mediante la falsedad o el falseamiento de sus pensamientos.
En general, la persona que actúa de esta manera suele ser consciente de la forma en la cual está actuando. Sin embargo, lo hace para conseguir o alcanzar un objetivo en concreto: el ascenso en un trabajo, la promoción de curso, un premio o triunfo, entre otras cosas. Por ejemplo, podemos ejemplificar una actitud hipócrita con un funcionario público que decide postularse para alcalde de su ciudad. En la campaña política, realiza diferentes promesas que cumplirá si resulta elegido, entre ellas, estatizar los servicios de recolección de residuos y barrido de calles. Pero, una vez en el poder y ocupando su puesto de alcalde, no lo hace e incluso no muestra ninguna intención de realizarlo en un futuro cercano. Claramente, esta persona actuó de manera hipócrita, puesto que lo que dijo opinar o pensar no estaba en concordancia con lo que realmente proyectaba realizar.
Sin embargo, la hipocresía también puede encontrarse en ámbitos mucho más cotidianos o cercanos en la realidad a nosotros. Cuando se finge un sentimiento, creencia u opinión, totalmente contraria a la que realmente se tiene, también se es hipócrita. Pensemos en un amigo, que finge serlo, teatralizando todas las actitudes positivas de una amistad, por el sólo hecho de acercarse a nosotros por una cuestión de interés social.
El hipócrita siempre finge sus verdaderos sentimientos, creencias u opiniones con un objetivo determinado, aunque más no sea esconder los verdaderos por temor a exclusión social o discriminación. A la hipocresía se le contrapone la transparencia o la honestidad, cuando una persona es totalmente coherente entre sus pensamientos y sus acciones y no tiene “doble discursos”.
Cuando una persona actúa hipócritamente de manera constante y prolongada puede ocurrir que termine creyendo sus propias mentiras. En este caso, pasa a ser una patología psicológica y puede tratarse mediante la terapia con un especialista de la psiquis. Más allá de todas las consecuencias, como el alejamiento de familiares y amigos, que puede acarrear el adoptar una actitud hipócrita, siempre es bueno reconocer que no es una actitud que suma, si no más bien resta, nos carga de negatividad, y que cambiar es posible, siempre y cuando se tenga la voluntad pero sobre todo la intención de hacerlo.