- 346 a.C.
- 331 a.C.
- 300 a.C.
Nació en Maronea, Tracia, en el seno de una familia reconocida y acomodada.
Se trasladó con su familia a la ciudad de Atenas para eludir la invasión del rey Filipo de Macedonia.
A través de su hermano Metrocles, estudiante del Liceo, la escuela filosófica creada por Aristóteles se acercó e interesó por la filosofía. Sin embargo, el carácter elitista del mismo lo alejó. Durante ese proceso de desilusión, su hermano, conoció a Crates, filósofo griego y discípulo de Diógenes de Sinope, quien lo invitó a sumarse a la escuela cínica, tanto en lo estrictamente filosófico como en el modo de vida. Hiparquía acompañó a su hermano en esta nueva aventura y conoció a Crates.
Como no se conservaron sus obras, lo que se sabe sobre su vida, fue gracias a los comentarios y escritos que hicieron de ella otras personas, tal fue el caso de Diógenes Laercio, en su obra: Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más importantes.
Desde temprana edad demostró su interés por la filosofía cínica.
Se integró al modelo de vida que propuso y promovió la filosofía cínica de Crates de Tebas, con quien se casó años después, aunque su familia no estuvo de acuerdo con el casamiento.
Fue discípula de Crates, a su vez discípulo de Diógenes de Sinope. Crates fue un ciudadano que ostentó grandes recursos económicos y que decidió donar su fortuna para llevar una vida de mendigo, sin riquezas, tal postuló la filosofía cínica.
La escuela cínica a la cual perteneció fue fundada por Antístenes, en la ciudad de Atenas, en el siglo V.
Representó a la escuela cínica, cuya propuesta se caracterizó por expresar las opiniones a través de burlas e ironías, rechazando el estilo de vida clásico y desafiando las costumbres impuestas por la sociedad.
Se preocupó por buscar y hallar la autosuficiencia; dejando los lujos y regresando a la vida sencilla y natural se puede alcanzar este estado.
Los cínicos se opusieron al matrimonio y sus típicas costumbres; impulsaron un espíritu inconformista; la naturaleza debía ser la conexión fundamental con la razón; renunciaron a los bienes materiales; lucharon por la autonomía tanto de hombres como de mujeres.
Las principales críticas que se les atribuyeron a los cínicos fueron precisamente esa actitud desvergonzada, que se enfrentaba a la dominante, más puritana.
Lideró en su tiempo una intensa defensa de los derechos de las mujeres; consideró que debían estar equiparados con los de los hombres.
Vivió libremente, desconociendo los roles preestablecidos para las mujeres en aquellos años, y disfrutó de la igualdad gracias al acompañamiento de su marido en este aspecto.
Fue una de las primeras ciudadanas atenienses que expresó un arquetipo absolutamente opuesto al predominante en las polis griegas, en las cuales, a las mujeres, se las consideró seres inferiores respecto de los hombres, que debían ocuparse de su marido, hijos, y la casa, es decir, únicamente de tareas domésticas.
Por otro lado, combatió y desprecio ciertas ideas instaladas en la sociedad tales como la riqueza, el poder, la frivolidad y la fama.
Consideró como muchos colegas de su tiempo que la práctica de la virtud era el camino más simple y recomendado para lograr la felicidad.
Llevó una vida ascética, renunció a los bienes materiales y privilegió su cercanía a la naturaleza donde podría cubrir sus necesidades básicas.
Siguiendo las premisas de los cínicos renunció a sus propiedades y a su vida económicamente satisfactoria para pasar a vivir en la pobreza. Se vistió con harapos y hasta mantuvo con su esposo relaciones sexuales sin ningún tabú respecto del lugar en el que lo hacían, aun siendo público.
Hizo culto del uso de la burla y la ironía para expresar sus opiniones.
Uno de los episodios que trascendió y que la demuestran como una mujer inteligente y desafiante fue el enfrentamiento que mantuvo con su colega Teodoro, cuando en una reunión, éste manifestó su disgusto con la presencia de las mujeres en la filosofía.
Ella le contestó, con suma ironía, que había hecho muy mal en dedicarse al estudio en lugar de a tejer, entonces, Teodoro, muy molesto, le arrancó el vestido, y ella, sin demostrar alteración alguna le contestó con una pregunta: ¿te parece que es por ventura que miré por mí y le di a las ciencias el tiempo que debería haberle dado a las telas…?
Falleció en Grecia. A modo de homenaje, tras su muerte, los filósofos cínicos decretaron la celebración de una fiesta anual en su homenaje, llamada Kynogamia o día de la incorporación de la mujer al mundo de la filosofía cínica.