Aunque la intervención de los hermanos Lumière en el mundo del cine fue breve en materia de tiempo, vaya que fue decisiva…
Auguste Marie Louis Nicolas Lumière y su hermano menor Louis Jean Lumière , fueron los inventores del proyector cinematográfico y por esta fenomenal invención es que pasaron a la posteridad y a ostentar una evocación constante dentro del medio cinematográfico de ayer, hoy y siempre…
Ambos hermanos nacieron en la ciudad francesa de Besanzón, primero lo hizo Auguste Marie, el 19 de octubre del año 1862 y dos años después lo haría su hermano Louis Jean, el 5 de octubre del año 1864.
Inmediatamente después la familia Lumière se trasladó a Lyon y allí es donde crecieron los hermanos.
El trabajo de su padre Antoine Lumière, quien era dueño de un taller fotográfico, fue fundamental a la hora de acercar a los hermanos al cine, ya que en el año 1894, Antoine, fue invitado a la demostración del kinetoscopio de Edison, de la cual volvería realmente asombrado y justamente por ello le propuso a sus hijos que se las ingeniasen para mejorar el invento, que físicamente ostentaba una propuesta bastante aparatosa, pudiéndose observar las proyecciones únicamente a través de una ventanita.
La respuesta de Auguste y de Louis a su padre fue celerísima y con un resultado positivísimo, ya que al año, Louis, el físico del dueto, ya que Auguste se desempeñaba mayormente como administrativo del negocio, creaba la primera cámara de cine con los atenuantes propuestos por su padre respecto del invento de Edison.
Patentada con su nombre, la creación de Louis, resultaba sumamente manejable, pesaba tan solo cinco kilos y en materia de funcionamiento era mucho más simple que la propuesta by Edison.
Luego de realizar unas cuantas pruebas en privado, en diciembre del año 1895, los hermanos Lumière estaban listos para mostrarle al mundo su fabulosa creación y realizaron la primera exhibición pública en el Grand Café des Capucines de París.
En tanto, sus primeras “películas” con la duración de una escena, como ser: La llegada de un tren a la estación, La crianza de un niño y El regador regado , se erigieron en clásicos por aquellos tiempos iniciáticos del cine.
A pesar de su enorme aporte al desarrollo del cine, los Lumière, no se perpetraron en la industria naciente ni mucho menos, sino que continuaron con sus trabajos en la empresa familiar con miras a la mejora de los productos.