- Hija de reyes, camarera de los dioses y niñera
- Boda con Hércules
- Poderes
- Tradición romana
- Representaciones
Hebe fue una de las hijas del matrimonio entre Zeus y Hera, los dioses y reyes del Olimpo. Sus hermanos eran Ares (el famoso dios de la guerra), e Ilitía (la diosa de los partos y nacimientos).
A diferencia de otras divinidades que simplemente habitaban el Monte Olimpo, la (nunca mejor dicho) joven Hebe, se dedicó a trabajar a lo más parecido a una camarera o copera, pues se encargaba de servir a todos los dioses néctar y ambrosía, el dulce alimento que estos tomaban y que ningún mortal podía digerir sin efectos secundarios.
Además, ayudaba a su madre, Hera, con su carro, para enganchar los caballos al carruaje.
Y por último otra de sus tareas era el de niñera. Ares era su hermano pequeño, por lo que se encargó de bañarlo y vestirlo durante su infancia.
Según la Odisea de Homero, Hebe se casó con el héroe Hércules (o Heracles) tras la apoteosis de éste, es decir, cuando Hércules ascendió al Olimpo como una divinidad, después de su muerte como semidiós.
La diosa Hera, que siempre había sentido un terrible odio hacia el héroe, y había planeado tantas venganzas e intentos de asesinato contra él, acabó reconciliándose con Hércules y aceptando de buena gana el matrimonio con su hija.
Juntos tuvieron gemelos: Alexiares y Aniceto, divinidades menores asociadas también con la juventud y el deporte.
Una vez casada y convertida en madre, el rol que Hebe tenía en el Olimpo como sirvienta dejó de ser tal, y la sustituyó en dicha tarea el joven Ganímedes, uno de los muchos amantes de Zeus.
Como diosa de la juventud, Hebe tenía la capacidad de rejuvenecer a cualquier mortal anciano, y también podía hacer envejecer a los niños, convertirlos en adolescentes.
En la cultura romana, donde Hebe pasó a ser Juventas, la divinidad fue incluso más venerada que en la griega, se construyeron templos en su honor, antes incluso de crear templos en honor al mismísimo Júpiter (Zeus).
Existía una tradición relacionada con ella y los jóvenes hombres romanos.
Cuando se consideraba que estos muchachos alcanzaban ya la edad adulta, se daba un importante rito en el que cambiaban de vestimenta: pasaban de las pequeñas túnicas para niños a la conocida como ‘toga viril’, una importante prenda de ropa por su simbología: el alcance de la madurez, el paso de la infancia a la adolescencia (que en esa época, los hombres adolescentes eran ya considerados jóvenes adultos).
Al dar este importante paso, era costumbre que los chicos ofrecieran una moneda a la diosa de la juventud, una ofrenda para conseguir su simpatía y buena suerte en esta nueva etapa de su vida.
En el arte, los atributos más habituales con los que se representa a la diosa son con una copa y/o jarra en la mano (sirviendo bebida) y ataviada con un quitón, un tipo de vestimenta que en la antigüedad llevaban tanto hombres como mujeres y era toda de lino, por lo que resultaba una tela muy fresca y agradable al contactar con la piel.
También podemos ver algunas variantes iconográficas de Hebe representada junto a más dioses, especialmente ayudando a su madre o en su propia boda con Hércules.