Un gravamen es un impuesto que rige en un país determinado y que se aplica a la posesión de un bien o a un ingreso económico. Los mismos tienen la finalidad de proveer de recursos al estado y garantizar la oferta de servicios públicos. No obstante, un uso inadecuado de los mismos puede afectar sensiblemente a la economía, circunstancia que hace necesario un análisis exhaustivo a la hora de efectuar algún cambio tributario. Los gravámenes se caracterizan también por ser obligatorios, circunstancia que prevé toda una construcción jurídica destinada a evaluar los distintos escenarios en los que un contribuyente puede incurrir.
Los gravámenes son obligaciones con el estado que tienen naturaleza jurídica. Se aplican según la capacidad contributiva del agente económico. En efecto, la posesión de determinados bienes, las ganancias percibidas en un periodo fiscal, las transacciones efectuadas, son indicativas de la existencia de capacidad contributiva y es por ello que suelen estar gravadas en alguna medida. Todas estas circunstancias reciben el nombre de hecho imponible, es decir, comprenden la realización de situaciones que dan cuenta de la existencia de una capacidad contributiva determinada. En el caso de que un contribuyente evite el pago de los mismos, se procede a aplicar la denominada ley tributaria. La misma establece los elementos punitorios con respecto a dicho comportamiento y suelen estar relacionados con el grado de evasión establecida.
Existe toda una gran discusión en el peso que los gravámenes debieran de tener en una economía. En efecto, los gravámenes deben entenderse como un costo para los distintos actores económicos. Este tipo de circunstancia desincentiva enormemente la inversión y la actividad económica. Es por ello que las políticas públicas más inteligentes tienen a evitar este tipo de situaciones, dando posibilidades de baja de gravámenes según el tipo de comportamiento que el actor en cuestión tiene, si realiza inversiones, si genera posibilidades de trabajos nuevos, etc.
Si bien es cierto que la existencia de gravámenes es necesaria, también lo es la existencia de incentivos económicos que garanticen un crecimiento sostenido y sustentable de la economía. Es por ello que se hace imprescindible que exista un cierto grado de razonabilidad en el establecimiento de los mismos. En efecto, de poco sirve establecer una maraña de impuestos y de presión tributaria si no existe una actividad económica que garantice capacidad contributiva en los distintos agentes económicos. Es por ello que la política fiscal debe siempre coordinarse con las posibilidades que la economía real puede brindar.