Durante la Revolución Francesa de 1789 se desarrolló un proceso social y político convulso. Se superó un régimen absolutista y se inició un cambio de régimen político democrático basado en el republicanismo. Durante el periodo revolucionario la sociedad estaba en una fase de ebullición y diferentes sectores sociales se oponían a los privilegios de la nobleza y el clero.
En este contexto, surgieron varios grupos políticos revolucionarios y uno de ellos fueron los girondinos. Representaban el sector más moderado del movimiento republicano y su líder más destacado fue Brissot (el periódico que defendía los intereses de este grupo fue Le Patriote Français). Inicialmente, sus miembros procedían del departamento de la Gironda y de ahí proviene su nombre. Este colectivo estaba formado por miembros de la alta burguesía con actividades relacionadas con el comercio internacional.
Los girondinos eran partidarios de la revolución, pero sin emplear el terror y defendiendo el derecho a la propiedad individual. Consideraban que el cambio político podía hacerse con los instrumentos legales establecidos («mi Dios es la ley» era uno de sus lemas). Por otra parte, defendían un estado descentralizado, de tal forma que el centro de poder no estuviera ubicado en Paris, sino que las distintas provincias tuvieran un cierto grado de autogobierno.
Para los girondinos las ideas revolucionarias no debían aplicarse exclusivamente a Francia, por lo que sus aspiraciones tenían una dimensión universal y aspiraban que el proceso revolucionario se extendiera más allá de sus fronteras.
Cuando el movimiento revolucionario triunfó y se estableció la Asamblea Constituyente en 1791, el grupo de los girondinos consiguió que la Constitución que se aprobó recogiera una de sus propuestas: la descentralización de la administración.
Otros grupos revolucionarios
Todos los grupos revolucionarios querían cambiar el modelo social y político, pero cada uno de ellas con sus propios métodos y doctrinas. Además de los girondinos, hubo otros colectivos que protagonizaron la revolución.
Los jacobinos procedían de las clases populares y de la burguesía media. Defendían el centralismo y eran partidarios de la acción directa y no de la teoría política. Consideraban que era necesario limitar la propiedad privada y la libertad individual de los ciudadanos.
Los demócratas eran el colectivo más radical. Defendían el sufragio universal y que fuera el pueblo quien de manera directa tuviera el control de la soberanía popular.
Hubo igualmente otros colectivos minoritarios que tuvieron algún protagonismo: los cordeliers o los dantonistes.
Durante aquel periodo, se empezó a hablar de dos conceptos que ahora resultan muy familiares en el ámbito político: la izquierda (gauche) y la derecha (droite).