- 07/04/1889
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Nació en la ciudad chilena de Vicuña, en un hogar repleto de carencias. Su padre la abandonó cuando tenía tan solo tres años. De él, quien había sido un poeta popular y maestro, heredó ambas pasiones: la poesía y la docencia. Otra influencia crucial en su vida fue su hermana y profesora Emelina Molina quien la animó y sembró en ella la pasión por enseñar. Su nombre completo es Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.
Trabajó como asistente en una escuela y luego como docente. A la par desarrolló su carrera literaria, vinculada a la poesía.
Sus primeros pasos como maestra los dio en escuelas muy pequeñas, ubicadas en pueblos campesinos, en el norte de Chile.
Su propuesta pedagógica se enfocó en el desarrollo y bienestar integral de los educandos. Mientras que su interés como pedagoga se concentró en desarrollar métodos que animen la lectura, la mejora de los materiales educativos y fomentó la creación de bibliotecas.
En este año adoptó el seudónimo que la inmortalizó y la convirtió en un símbolo de la literatura: Gabriela Mistral. Fue en circunstancias de la publicación de su poema Del Pasado, en el Diario El Coquimbo. La elección no fue azarosa, sino que a través de él homenajeó a sus poetas preferidos: Fréderic Mistral y Gabriele D’Annunzio.
Su pareja, el funcionario Rómulo Ureta, se suicidó de un disparo en la cabeza. El impacto de la pérdida y el cómo la devastó. Pero no sería el único que viviría… la tragedia del suicidio la persiguió varias veces más: su medio hermano, por parte de padre, también se quitó la vida. Antes de ello le entregó en adopción a su hijo, a quien Gabriela crio como propio, y a los 18 años decidió matarse al igual que su padre.
Editó el poemario Sonetos de la muerte. Fue distinguida con el Premio nacional de Poesía de Chile por esta obra.
Publicó otro poemario fabuloso: Desolación, que le reportó notoriedad en el rubro y algunos premios tales como: Juegos Florales, un galardón que otorgaba la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Incluso, se editó en la ciudad de Nueva York con lo cual su nombre y trabajos literarios empezaron a cosechar proyección internacional.
Colaboró en la revista Elegancias que dirigió el poeta nicaragüense Rubén Darío, en París.
La educación fue otra de sus grandes preocupaciones y ocupaciones. El secretario de Educación de México y también colega, José Vasconcelos, la convocó para formar parte de las reformas educativas que planeaba ejecutar en su país, entre ellas la creación de bibliotecas populares. Encantada decidió aceptar el desafió y el honor, y viajó a México.
Publicó Lectura para mujeres y luego la antología Las mejores poesías.
Invitada por el gobierno de México viajó por Estados Unidos y Europa.
Durante este tiempo combinó varias actividades: la de escritora, docente, y diplomática. Dictó clases en el Bernard College, Middlebury College y Vassar College de Estados Unidos y en las Universidades de La Habana, Panamá y Puerto Rico.
Fue designada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones, en Ginebra, Suiza y se presentó en diferentes congresos.
Asistió al Congreso de la Federación Internacional Universitaria de Madrid en representación de su país y de Ecuador.
Fue designada cónsul de Chile, en la ciudad de Madrid, España.
Se publicó una de sus obras más aclamadas: Tala, en la revista Sur, editada por la autora argentina Victoria Ocampo, en Buenos Aires. Se trató de un libro de poemas que dedicó a los niños que fueron víctimas de la Guerra Civil de España.
Recibió el Premio Nobel de Literatura. Con el dinero que obtuvo por este premio se compró una casa en la localidad de Santa Mónica, en el estado de California, en Estados Unidos.
Recibió otra importante distinción: Premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de la ciudad de Washington.
Llegó el gran reconocimiento en tu tierra natal con el Premio Nacional de Literatura de Chile.
La designaron cónsul en Nueva York y delegada de la Asamblea de las Naciones Unidas.
En esta época conoció a su colega Doris Dana con quien mantendría una estrecha relación que se perpetuó a través de los años y a pesar de la distancia.
Se editó el que fue su último libro: Lagar.
Falleció a causa de una larga lucha contra el cáncer de páncreas, en un hospital de la ciudad de Nueva York.
Tras su muerte…
Póstumamente se publicaron Lagar II, que contiene poemas inéditos de su archivo y Niña errante. Cartas a Doris Dana.
La Biblioteca Nacional de Chile atesora una parte fundamental de su prolífica obra: fotografías, manuscritos, epistolarios, poemas, entre otros.