Felipe I de Habsburgo fue el nombre que la formalidad de su cargo de Rey de Castilla le atribuyó, sin embargo, en la historia se lo menciona más con la denominación de “el hermoso” como consecuencia del buen parecido físico que supo ostentar. Dicen que el rey francés lo apodó de ese modo al sorprenderse de su belleza.
Se desempeñó como rey de Castilla entre julio y septiembre del año 1506, fecha en la cual fallece, junto a su esposa Juana I, hija de los reyes católicos, de estos justamente, más precisamente de su madre Isabel, Juana heredaría la corona.
Felipe era hijo de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y de la duquesa de Borgoña María.
Su nacimiento se produjo en la ciudad de Brujas, hoy Bélgica, el 22 de julio del año 1478. Cuando su madre fallece a los pocos años de nacer hereda el ducado de Borgoña.
Como era costumbre por aquel tiempo se pactó su matrimonio con una de las hijas de los Reyes Católicos, Juana. En 1496 se produjo el enlace.
Cuando en el año 1504 fallece la mamá de Juana, ésta asume el cargo de reina ante la muerte de los otros sucesores. Su padre Fernando decide de todas maneras hacerse cargo del gobierno aduciendo que era la última voluntad de su esposa.
Fernando y su yerno Felipe no tenían una buena relación y esta se tensó aún más cuando no se lo dejó asumir el gobierno. Finalmente Felipe se sale con la suya y es proclamado rey. Para esta misma época se produce el desquicio de Juana, algunos lo atribuyen a sus celos enfermizos ante las constantes infidelidades de su esposo y por otra parte a que el amor de Juana jamás fue correspondido por Felipe.
Su muerte fue ciertamente intempestiva y temprana, tras jugar un partido de fútbol cayó y a los dos días falleció, un 25 de septiembre del año 1506, en Burgos. Tenía 28 años.
Un párrafo aparte lo merece su esposa Juana I, apodada la Loca por la historia ya que permaneció casi toda su vida encerrada por disposición de su padre Fernando, el rey católica, y luego por decisión de su hijo y sucesor Carlos I.
Según cuenta la leyenda, Juana, disponía de unos celos enfermizos por su marido y estos fueron los que terminaron por privarla de su salud mental para siempre. También la temprana muerte de su esposo contribuyó negativamente en este sentido. A pesar de ser la heredera a ambas coronas, Castilla y Aragón, jamás Juana se hizo cargo de la gestión por la incapacidad que sus familiares aducían.
La pareja tuvo una frondosa descendencia que asimismo ocuparía lugares trascendentales en otras monarquías: Leonor de Austria (reina de Francia y Portugal), Carlos I (rey de España), Isabel de Austria (reina consorte de Dinamarca), Fernando I (rey de Bohemia y Hungría), María de Hungría (reina consorte de Hungría) y Catalina de Austria (reina consorte de Portugal).