Biografía de Ebrahim Raisi

Nació en la ciudad de Mashhad, perteneciente a la provincia de Jorasán Razaví. Desciende de una familia de clérigos persas. Su padre falleció cuando él tenía 5 años.

Estudió en el Seminario de Qom, una institución religiosa y de formación que ostenta un rol determinante en la política moderna de Irán.

Se graduó como doctor en jurisprudencia y derecho privado, en la Universidad de Teherán.

Fue testigo de la Revolución de 1979 y participó de la delineación del nuevo sistema islámico establecido en el país, que está basado en los principios del shiísmo imami, y que coloca al ayatolá Jomeini en lo más alto del poder.

Fue nombrado fiscal de la revolución en la ciudad de Karaj y luego en la de Hamadán, en contexto de la guerra contra Irak.

Se casó con la intelectual iraní Jamileh-Sadat Alamolhoda con quien tuvo dos hijas.

En relación, y respetando la tradición chiita de la cual desciende, siempre aparece luciendo un turbante negro en su cabeza.

Se integró como fiscal adjunto de la Fiscalía de Teherán y recaló hasta la jefatura de dicha dependencia judicial.

Asumió la titularidad de la Organización de Inspección General que se ocupa de controlar el funcionamiento de las empresas, las administraciones locales y otras instituciones estatales.

Se afilió al partido de tendencia conservadora Sociedad del Clero Combatiente.

Lo nombraron primer vicejefe del poder judicial.

Fue elegido miembro de la Asamblea de Expertos, un órgano que se ocupa de elegir al Rahbar y supervisar su desempeño, representando a la provincia de Jorasán del sur.

Se convirtió en fiscal general de Irán.

Presentó su candidatura presidencial por el Frente Popular de las Fuerzas de la Revolución Islámica, representando al conservadurismo.

Llevó adelante una campaña con tinte popular y moralista y prometió la creación de más de seis millones de puestos de trabajo, la triplicación de los subsidios y atacar a la corrupción enquistada en el poder.

Perdió la elección contra el candidato del ala moderada, Hassan Rouhani. Quedó segundo con el 38,3 % de los votos y cuestionó la transparencia de la elección.

Fue designado jefe del poder judicial.

Durante su gestión se ejecutaron más de 200 sentencias de muerte. Su accionar le valió sanciones por parte de Estados Unidos y también impulsó una serie de investigaciones de parte de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch, quienes lo investigaron por presunta comisión de crímenes de lesa humanidad.

Asumió como presidente. Consiguió más del 60 % de los votos.

Cabe destacarse que, en Irán, el presidente está subordinado a un líder supremo, Ali Jamenei, considerada la máxima autoridad política y religiosa del país. Dispone de una importante influencia en la política interna y externa, sin embargo, es el ayatolá Jamenei quien tiene la decisión final respecto de los asuntos de estado.

La sociedad iraní se encuentra atravesada por la crisis económica, resultado de la pandemia y de las sanciones impuestas por Estados Unidos por su plan nuclear. Por otra parte, la ciudadanía reclamó contra los abusos de poder del estado que recorta sus derechos cada vez con mayor presión.

Lideró una gestión populista. Prometió luchar contra la pobreza y la desesperanza que impera en los habitantes a causa de las desventuras económicas y los actos de corrupción política.

Se comprometió a favorecer la producción nacional, mejorar el acceso a la salud y construir unos cuatro millones de viviendas que ofrezcan solución a los problemas habitacionales.

Cientos de milicianos de Hamas atravesaron por tierra la frontera israelí. Asesinaron a mansalva a la población civil, objetivos militares y tomaron decenas de rehenes. También sacudieron la tranquilidad de la mañana del sábado arrojando misiles, asesinando a jóvenes que disfrutaban de una fiesta por la paz, violando y golpeando mujeres y decapitando bebés y niños.

La inesperada embestida tomó por sorpresa a la población y al preparadísimo ejército israelí.

Inmediatamente después, el gobierno israelí, con Benjamín Netanyahu a la cabeza, atacó los blancos de Hamas en la Franja de Gaza y le declaró la guerra a la organización extremista.

Convocó al mundo árabe a unirse contra Israel.

Según trascendió por la prensa, durante una conversación telefónica con su par sirio Basher al Assad, ambos coincidieron en que el pueblo palestino está siendo objeto de acciones criminales por parte de Israel y que tiene derecho a defenderse y ofrecer resistencia para recuperar sus derechos.

Acusaron directamente a Israel de estar provocando un fantástico derramamiento de sangre en la Franja de Gaza.

Otra cuestión que conversaron y criticaron fue la decisión de algunos países árabes, en clara alusión a Arabia Saudita, de acercar posiciones con Israel.

Coordinará una acción conjunta con el resto de las naciones islámicas para detener el genocidio de palestinos por parte de los israelíes sionistas. Lo anunció en un comunicado de la presidencia.

Cabe destacarse que, Irán apoyó el ataque perpetrado el sábado por Hamás, sin embargo, negó cualquier tipo de asistencia o vínculo con los atacantes.