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Nació en Pajacuarán, un poblado que pertenece a la región de Lerma-Chapala, ubicada en el noroeste del estado mexicano de Michoacán, en el seno de una familia muy humilde.
Se dedicó al comercio y fabricación de ropa.
Su nombre completo es María Herrera Magdaleno. Se casó con Guillermo Trujillo y tuvieron ocho hijos: María, Rafael, Juan Carlos, Miguel Ángel, Gustavo, Jesús Salvador, Luis Armando y Raúl.
Ocurrió la desaparición forzada de dos de sus hijos, Jesús y Raúl, quienes padecieron este delito en el estado mexicano de Guerrero hacia donde estaban viajando.
El viaje lo hicieron en compañía de cinco compañeros de trabajo, desde Michoacán al municipio de Atoyac de Álvarez, en el estado de Guerrero, para efectuar un presunto negocio de compra y venta de metales.
Por investigaciones posteriores se supo que es el único municipio de México en el cual se produce cocaína.
Lo último que se conoció sobre el destino de sus hijos y sus compañeros fue que, la noche que llegaron visitaron un bar a pesar de que los habitantes del lugar les advirtieron sobre la gravedad y la dominación por parte del crimen organizado que, incluso, actuaba en connivencia con las autoridades locales.
La investigación que realizó la propia familia arrojó como resultado preliminar que un grupo de delincuentes que ejercían el control en la zona del bar visitado fueron los responsables de la desaparición.
A partir de entonces, inició, junto a su esposo y el resto de su familia, una intensa búsqueda para dar con el paradero.
Para conseguir financiamiento, parte de la familia, viajó al estado de Veracruz para instalar un negocio y así obtener recursos económicos que les permitieran solventar los gastos inherentes a la búsqueda. En dicho momento la familia sufrió otra tragedia: la desaparición de otros dos hijos: Gustavo y Luis Armando.
Las cuatro desapariciones de sus hijos se dieron en un marco de violencia y de absoluto misterio.
Lo último que se supo de Luis y Gustavo fue que en la autopista que transitaban en camino a Veracruz se sucedió un incidente vial a la altura de Puebla.
Otra vez, y gracias a las pesquisas realizadas por la propia familia en la zona del último contacto con ellos, se supo que dicho día hubo un punto de revisión policial e intermunicipal que incluyó a los municipios de Poza Rica, Tihuatlán y Coatzintla, con presuntas vinculaciones con el grupo delictivo denominado Los Zetas.
Como Veracruz es un estado mayormente controlado por dicha organización criminal, todos los automóviles que circulaban con patentes de Michoacán eran interceptados por dicho control policial que luego entregaba a los detenidos ilegalmente a los mencionados Zetas.
Por las cuatro desapariciones se abrieron investigaciones, sin embargo, estuvieron plagadas de negligencias y de deliberadas omisiones que, por supuesto, complicaron la búsqueda de sus hijos y la identificación de los culpables. Por caso es que ella y su familia decidieron ocuparse en primera persona de investigar, aún a sabiendas que ponían en riesgo sus vidas con esa decisión.
La familia vivió una nueva tragedia con la muerte de su esposo.
La jurisprudencia considera a la desaparición forzada de personas un delito que implica una directa violación a los derechos humanos y que, en algunas situaciones, constituye, además, un crimen de lesa humanidad. A las personas que son víctimas de este hecho delictivo se las denomina desparecidos.
Se caracteriza por cualquier forma de privación de la libertad de un individuo ejecutada por algún actor estatal o grupos que cuentan con su anuencia y que continúa con el deliberado desconocimiento del delito. Estas personas son detenidas, y en los lugares de detención que, mayormente son clandestinos, sufren torturas.
Ya con cuatro de ocho hijos desparecidos, creó el Colectivo de Familiares en Búsqueda María Herrera.
Una base de datos que creó el Centro de Investigación y Docencia Económicas informó que en el estado de Guerrero operan más de veinte grupos delincuenciales, entre los que sobresalen: Los Caballeros Templarios, el Cartel Jalisco Nueva Generación, El Cartel del Sur, Los Viagras, Guerreros Unidos y la Familia Michoacana, entre otros. Todos ellos vinculados a la producción y comercialización de cocaína.
Demandó al estado mexicano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por no investigar convenientemente la desaparición de sus cuatro hijos.
Fue recibida en el Vaticano por el Papa Francisco a quien le entregó una carta que contenía información detallada sobre las personas desaparecidas en México y sobre unos más de 50 mil cuerpos y restos que siguen sin ser identificados. Ella denunció la indiferencia del gobierno para avanzar en esas identificaciones y en las búsquedas.
Fue incluida en la lista anual de las 100 personas más influyentes del mundo que elabora y publica anualmente la revista norteamericana Time. La razón de dicha distinción fue el reconocimiento de su denodada lucha por dar con el paradero de sus hijos, la creación de una red de contención a familias que padecen la misma situación y cómo ello ha visibilizado dicha coyuntura a nivel mundial.
Aprovechó la entrega de este premio que, por supuesto capta una magnífica atención mundial, para reforzar su pedido de verdad y justicia. Preparó una protesta en plena alfombra, se vistió de color negro y usó una tela que llevaba un bordado en el que se leía la consigna: “Más de 110 mil desaparecidos, hasta encontrarles”.