El creacionismo es un tipo de pensamiento inspirado en distintas corrientes filosóficas y religiosas que ponen el énfasis en la creación del universo a manos de un ser superior. El creacionismo por lo tanto puede tener distintos tipos de variantes, distintos tipos de planteos al respecto, pero la premisa básica se mantendrá presente, aquella que relaciona todo lo que existe con la existencia de Dios. Este tipo de pensamiento está presente desde hace miles de años, casi puede decirse que nació con la humanidad, pero es especialmente evocado cuando se lo asocia con el evolucionismo, circunstancia explicable por una serie de polémicas que se suscitaron en los Estados Unidos y que significaron una contraposición de ambas concepciones.
El creacionismo por lo general está asociado con las religiones monoteístas en las que la intervención de Dios da lugar a todo lo existente. No obstante, también es posible encontrarlo en algunas corrientes filosóficas que fueron extremadamente importantes en la cultura occidental. Por ejemplo, la filosofía Aristotélica da cuenta de esta circunstancia al asociar a todo lo que existe como una consecuencia de un ser perfecto y carente de potencia. Esta perspectiva filosófica suele denominarse teología natural por ser consecuencia de la razón y no de una revelación; fue tomada por Santo Tomás para realizar una síntesis con el pensamiento y la fe cristiana.
Como ya hemos adelantado, “creacionismo” es un término que se emplea especialmente en relación al “evolucionismo”. En efecto, suele presentárselo como su antagonista por el hecho de que el evolucionismo postula que los seres vivos se originan a partir de mutaciones azarosas que pueden prosperar o no según el ambiente en el que surjan. Esta disputa fue ciertamente importante por sus consecuencias en lo que respecta a la educación que se debía y podía impartir en los colegios de Estados Unidos. A pesar de la disputa establecida entre el evolucionismo y el creacionismo, existen algunas vertientes del pensamiento que propugnan por una síntesis entre ambas. En efecto, desde esta perspectiva, la disputa planteada no sería más que un falso dilema porque tranquilamente ambos enfoques podrían ser aceptados igualmente. En cualquier caso, la existencia de lo que nos rodea e incluso de nosotros mismos sigue siendo un misterio que va más allá de cualquier consideración que pueda ser llevada a cabo. Esta circunstancia puede causar desanimo en algunos aspectos pero también puede dar lugar a una actitud de asombro y de humildad ante lo maravilloso de la existencia.