Se conoce como competencia el hecho de que varios sujetos aspiren a lograr un mismo objetivo o a una posición preponderante. El mismo concepto se aplica en el mundo empresarial, cuando diferentes organizaciones pretenden obtener la mayor participación posible en un mercado. También, se define la competencia como la capacidad para desarrollar una determinada tarea de manera satisfactoria. Por su parte, en el ámbito jurídico hace referencia a la facultad de un juez o un tribunal de intervenir en un asunto.
La competencia y el libre mercado
En una sociedad de oferta y demanda, la competencia permite que los precios se mantengan en niveles aceptables para el consumidor. De esta manera, si alguna empresa establece precios demasiado altos para un producto o servicio, cabe esperar que parte de sus clientes renunciarán a adquirirlos para buscar ofertas similares a precios más asequibles.
De este modo, la competencia ejerce una labor de control que permite que los precios no entren en una espiral inflacionista.
Sin embargo en ocasiones, determinados lobbys buscan eliminar dicha competencia para poder obtener mayores beneficios, acordando entre sus miembros unos precios similares que les produzcan beneficios generosos sin tener que reducirlos por la presión de sus competidores.
Para evitar ese tipo de maniobras, se han creado organismos de defensa de la competencia que buscan detectar y castigar a quienes las ponen en práctica.
Estos organismos reguladores de la competencia velan también para que el mercado funcione de manera natural, y tienen potestad para sancionar a aquellas empresas que utilicen sistemas que busquen alterarlo. Así, por ejemplo, no están permitidas prácticas como vender por debajo del precio de coste, ya que obligaría a muchas empresas a cerrar por no poder asumir las pérdidas dejando libre el paso para que las más poderosas se hiciesen con el mercado al completo.
Por lo tanto, estos organismos son fundamentales para que el mercado funcione de manera legítima y los consumidores no sean víctimas de poderosas corporaciones. Gracias a ellos, se ejerce presión sobre las empresas para que provean al mercado de productos de mayor calidad y a precios más bajos, proporcionando un beneficio general a la sociedad.
La competencia, por tanto, puede considerarse como una herramienta beneficiosa para el progreso y el bienestar, algo que ha quedado de manifiesto a lo largo de los años en las sociedades comunistas, donde la ausencia de competencia ha producido pobreza y retraso tecnológico.