Pionero de la psicología humanista
El psicólogo estadounidense Carl Rogers ha sido junto a su colega Abraham Maslow uno de los máximos exponentes de la llamada psicología humanista, una propuesta surgida en el siglo pasado y que pone especial énfasis en la interacción humana entre paciente y profesional a la hora de tratar la salud mental.
Nacimiento y otros intereses anteriores a la psicología
Rogers es oriundo de Oak Park, un pueblo de Chicago, en donde nació un 8 de enero del año 1902. En su adolescencia se asentó en el campo y esto lo acercó a las tareas agrícolas ganaderas, incluso, comenzó estudios en este sentido que luego abandonaría por un interés súbito por la teología.
Pero todavía faltaría una estadía en China, en la década del veinte, en el marco de una organización mundial de jóvenes cristianos, para replantearse las motivaciones de su vida profesional… Y tras ese balance interno decide iniciar estudios psicopedagógicos cuando retorna a su patria.
A partir de este momento, Rogers, iniciaría un camino de investigación profunda en todo aquello vinculado a las cuestiones de la mente y a la par se dedicaría a la docencia en diversas universidades de Estados Unidos.
Es decir, Rogers, se preocupó por desarrollar terapias que ayudasen a los pacientes a recuperar, sanar su salud mental y también se dedicó a formar nuevos profesionales en ese mismo sentido.
Su propuesta más famosa: Psicoterapia centrada en el “cliente”
En tanto, su propuesta más reconocida en materia de psicoterapia es la llamada Psicoterapia centrada en el cliente. Rogers llama cliente al paciente y si bien reconoce que será él mismo el que lleva el peso de la psicoterapia, el terapeuta tiene la responsabilidad de ofrecerle al mismo tres condiciones básicas de las que dependerá directamente el éxito de la terapia…
En primer lugar habla de la importancia de la empatía que el terapeuta le transmita al paciente, es decir, que el terapeuta sea capaz de demostrarle a su cliente que comprende su mundo, esta situación favorecerá totalmente la relación médico-paciente y este último se sentirá acompañado.
Por otra parte es muy importante que el paciente sienta que el terapeuta lo acepta tal como es al desnudo y con todo su bagaje.
Y finalmente la espontaneidad y autenticidad que demuestra el terapeuta facilita en un ciento por ciento el diálogo y que éste sea lo más sincero posible. Si bien el terapeuta no se corre de su lugar de especialista esta postura auténtica lo corre un poco de ese rol y lo acerca a lo humano.
También debemos destacar que Rogers escribió muchas obras sobre su trabajo y fue reconocido con diversas distinciones.
Estuvo casado y tuvo dos hijos. Falleció a los 85 años en San Diego, un 4 de febrero del año 1987.