- 1571/09/29
Caravaggio nació en Milán, y fue en esta ciudad donde comenzó su formación artística, aunque no tardó en marcharse a Roma, el lugar más prometedor en el que trabajar. Sus inicios en esta ciudad no fueron nada fáciles, llegó en unas condiciones pésimas, sin prácticamente ropa ni dinero. La primera persona que se dignó a hospedarlo fue Pandolfo Pucci, un hombre tan tacaño y que alimentaba tan mal a su invitado que Caravaggio le puso el apodo de Monsignor insalata, pues su dieta llegaba al punto de la inanición.
El primer artista que se dignó a acogerlo en su taller a pesar de su estado de miseria fue Giuseppe Cesari, el pintor de cámara del Papa Clemente VIII, un artista no muy destacable, sus obras eran de escenas de género, poco relevantes, y aquí Caravaggio practicó con sus primeras obras como Muchacho pelando fruta (considerada normalmente la primera en la que intervino exclusivamente la mano del artista) o Baco enfermo, considerado por muchos historiadores un autorretrato del por entonces joven Caravaggio, enfermo y convaleciente.
No tardó en abandonar el taller de Cesari, en busca de un lugar en el que destacar más (y ganar más dinero). Y gracias a algunos contactos que había hecho, conoce en persona al cardenal Francesco del Monte, que le ofrece vivir en su propia casa a cambio de las obras que le pidiera, se convierte en el mayor comitente de Caravaggio, y aquí el artista logra al fin despegar.
Los cuadros que hizo para el cardenal comienzan a ser vistos por todo tipo de habitantes de las altas esferas, que quedan muy sorprendidos ante tales pinturas, caracterizadas por un gran efecto de claroscuro, técnica del fuerte contraste entre las luces y las sombras, de la cual Caravaggio se considera uno de los máximos exponentes y precursores.
Sin embargo, como en todos los aspectos de su vida, el artista también desataba polémica con sus creaciones, debido al fuerte naturalismo. Los temas de sus pinturas, como correspondía en la época, eran principalmente religiosas, y los modelos que Caravaggio utilizaba para sus composiciones solían ser gente corriente que veía en la calle, habitantes humildes e incluso mendigos. Captaba la condición y expresiones de estas personas a la perfección, sin idealizarlos. Entre eso y los halos de sus figuras religiosas, apenas una fina línea perceptible, hacía que no parecieran personajes divinos, y la sociedad no estaba acostumbrada a algo así. Por lo tanto, Caravaggio levantaba admiración e indignación a partes iguales.
Ya sabemos que a veces la polémica es la clave del éxito, y gracias a ella el artista se hizo más y más famoso en Roma y toda Italia, realizando grandes encargos públicos para iglesias, y no sólo con un comitente particular. Esta es la época dorada de Caravaggio, de la que salen sus mejores composiciones.
Por desgracia, todo se vio truncado por sus constantes reyertas y malas compañías. En 1606, Caravaggio, en una de sus constantes disputas, acaba retándose a un duelo de espadas con uno de sus enemigos, al que hirió con tal mala suerte que acabó muriendo desangrado. Hasta el momento, los mecenas del artista habían logrado protegerlo y excusarlo de todas sus meteduras de pata. Pero esta vez era bien distinto, palabras mayores. Caravaggio no tuvo otro remedio que huir de Roma, la ciudad en la que ya se sentía como en casa.
Se exilió en Nápoles, y los habitantes de la ciudad estaban muy contentos de tener allí al famoso Caravaggio del que tanto habían oído hablar. Sin importarle sus problemas con la justicia, es acogido por la poderosa familia Colonna. Seguirá pintando y no tardará en convertirse en el artista estrella también de Nápoles.
De Nápoles se trasladó a Malta, y de allí a Sicília, realizando sus últimas obras, y decimos últimas porque, en 1610, a la edad de 38 años fallece el gran artista barroco, probablemente de alguna enfermedad, completamente solo. Seguramente, viajaba hacia Roma, quería regresar a la ciudad donde verdaderamente había triunfado y tanto añoraba, pero jamás logró volver a verla.
Caravaggio nunca habría podido imaginar que tantos años después de su muerte, se le considerara uno de los mejores artistas del mundo.
Y es mucho lo que le debemos a este hombre adelantado a su época, que cambió para siempre el curso del arte pictórico occidental con sus luces y tinieblas.