Hablar de Caligrafía comprende la búsqueda de bellas líneas con el objetivo de expresar palabras, de manera clara y concisa. Planteando estilos especiales, y también consideraciones según la habilidad de cada persona, la Caligrafía es conocido como un arte. En ese contexto, y con un poco de humor, podemos decir que los médicos son los mayores oponentes a esta concepción. Por alguna razón, los médicos tienen una letra simplemente horrible, con algunas excepciones.
Los primeros ejemplos de una uniformidad en la escritura que intente transmitir algún grado de belleza podemos encontrarlos en la antigua China alrededor del año 2600 a.C., momento en que Cang Jie inventa los caracteres chinos. Algunos ponen en dudad esta afirmación, otorgándole a Fuxi, primer emperador de China, este logro. Lo cierto es que desde esta lejana época la escritura era un bien sujeto a procesos de embellecimiento. Esta circunstancia debe ser considerada sobre el hecho de la escritura china se fundamenta en ideogramas, esto es, imágenes que representan ideas en vez de palabras o frases.
En cuanto a occidente, la caligrafía se encuadra dentro del uso de un alfabeto, en este caso el alfabeto latino, en donde lo representados son fonemas. Así, utilizándolo, los monjes de la Edad Media escribían en pergaminos para realizar copias de textos de relevancia. En tanto estas copias debían ser leídas por otras personas, es fácil de entender que respeten un procedimiento en la escritura que haga a estas copias legibles fácilmente, además de intentar que esta escritura refleje belleza.
Paralelamente, en la misma época, otra civilización mostraba avances en la misma área. Así, la cultura del Islam hace del proceso de escribir un arte decorativo que puede vislumbrarse en sus construcciones arquitectónicas; en este caso, el alfabeto utilizado es el árabe. Este interés por hacer de la escritura un arte está sin duda influido por la prohibición existente de hacer representaciones de seres vivos en esta cultura.
En el siglo XV Gutenberg desarrolló un mecanismo que permitió replicar libros de modo tal que la intervención de la mano del hombre se volvió obsoleta: es el caso de la imprenta. Con ésta, fue posible realizar el mismo trabajo que antes con mucho menos esfuerzo y en mucho menos tiempo. En ese momento, el rol de la caligrafía se volvería totalmente inútil.
En la actualidad, existen otras formas para producir texto de un modo legible y utilizando distintas tipografías. En efecto, las impresoras modernas pueden realizar este proceso con mucha facilidad. No es de extrañar que la caligrafía como disciplina haya desaparecido casi por completo.