El papel es uno de los elementos que más empleamos cotidianamente los seres humanos para escribir, para dibujar, entre tantísimas opciones posibles; se trata de un material elaborado a partir de pasta vegetal molida y blanqueada, el cual se dispone en finas láminas.
Pero el papel no siempre fue de la misma manera ni es una invención de este tiempo super moderno en el cual vivimos, sino que en realidad es un instrumento que se viene utilizando hace miles de años atrás, aunque, la forma y las características que le conocemos se han instalado hace aproximadamente 1.906 años, cuando en el año 105 D. C., el consejero imperial chino, Cai Lun, también conocido como Ts’ai Lun, lo perfeccionó y le atribuyó al mismo más o menos las mismas propiedades que presenta el papel de la actualidad.
Existen algunas controversias respecto de su fecha de nacimiento, algunos señalan que vivió entre los años 77 y 110 , y otros que indican que en realidad lo hizo entre los años 50 y 121.
El lugar que se indica como su cuna es la actual provincia de Guiyang en la República Popular China.
Lo concreto es que es Cai Lun vivió en la corte durante el reinado de la dinastía Han y que fue en este período que, con las armas a su disposición, logró perfeccionar la técnica de fabricación del papel, alejándose bastante de la que se empleaba para el papiro y el pergamino y acercándose, como dijimos, a las condiciones que ostenta el papel actual.
La corte imperial de aquel entonces le demandaba a su consejero la implementación de un medio mucho más cómodo y conveniente de emplear a instancias de la escritura y así es que tras experimentar y conocer detenidamente los tipos de papales más primitivos, mediante la impermeabilización de encolados a base de almidón, arroz, y zumo mucilaginoso de totora, con la misión que las hojas quedasen bien satinadas y protegidas de la acción del moho y la de los parásitos, Lun, se lanzó a la fabricación del papel.
El invento de Cai Lun fue vital para el posterior desarrollo de la explotación del papel, la cual comenzó en China, pero más tarde sería continuada también por japoneses y árabes.
Con el correr de la historia y el nacimiento de la leyenda, Cai Lun, fue veneradísimo y se convirtió en su país casi, casi en una figura divina.