El término ‘bruto’ (y su versión femenina ‘bruta’) es aquel que se utiliza para designar a una persona que puede tener alguna de las dos siguientes características: a. ser muy violento en el manejo de su cuerpo o b. ser muy ignorante o analfabeto en cuestiones culturales y del conocimiento general. En cualquiera de los dos casos la palabra se usa en un sentido despectivo y forma parte del lenguaje coloquial.
¿Por qué puede una persona ser considerada bruta?
Si entendemos el concepto mencionado en su primera acepción, estaremos hablando de alquien que puede manejarse de manera agresiva o violenta con su cuerpo. Aquí el término no tiene tan mala fama como con la segunda acepción aunque no deja de ser negativo. Bruto es entonces quien actúa sin medir la fuerza que tiene y esto puede ser voluntaria o involuntariamente. Esta condición es muy común entre los adolescentes que ven cambiar su cuerpo y su energía pero que todavía no pueden medir el alcance que tienen y por eso suelen golpearse o ser torpes tanto consigo mismos como con otras personas.
La ignorancia o la falta de conocimiento como características de una persona
En el uso más común y más agresivo de la palabra encontramos la segunda acepción mencionada, aquella que nos sirve para designar a una persona a la que se considera ignorante o con poco conocimiento general de la vida. Así, una persona bruta puede ser vista como quien lee poco, sabe pocas cosas, no tiene demasiado conocimiento ni tampoco ha actuado en su vida para mejorar esta condición. En algunos casos también se dice bruto a quien no posee estudios básicos (y por ejemplo no conoce la correcta ortografía) o directamente no sabe leer y escribir.
La discriminación como parte de una política más amplia
Si bien este término es parte del uso cotidiano y muchas veces se usa en sentido figurado, debemos mencionar también que por mucho tiempo los grupos más poderosos de la sociedad, usualmente aquellos que pueden capacitarse y seguir estudios superiores profesionales, se han referido a los colectivos sociales de más abajo como brutos o ignorantes en un modo altamente peyorativo.
Las oligarquías han hecho de esto históricamente una división de la cual se sienten orgullosos porque los pone del otro lado de la línea, siendo entonces ellos quienes poseen el conocimiento, la sapiencia y la capacidad de pensar determinados fenómenos sociales, económicos o políticos. Siguiendo este razonamiento uno puede entender mejor por qué la participación política, hasta el siglo XX en la mayoría de los países, estuvo reservada sólo a estos grupos poderosos.