La bioeconomía es una rama de la economía que implica el uso del conocimiento para lograr el aprovechamiento eficiente de los recursos biológicos en el proceso productivo para producir bienes y servicios de forma sostenible. Por recursos biológicos, se entiende todo recurso renovable capaz de regenerarse gracias a procesos naturales, como los recursos forestales (bosques), los recursos acuáticos (peces), los recursos animales (ganado) y los recursos vegetales (huertos, cultivos y hongos).
El concepto cobra relevancia en un mundo que está cada vez más amenazado por el deterioro de los recursos naturales y el cambio climático, con proyecciones de crecimiento de la población mundial –9.700 millones de personas para 2050 – y con un mayor nivel de ingresos promedio, que provocarán un incremento muy importante de la demanda de bienes y servicios, presionando cada vez más sobre los recursos productivos, en el marco del ocaso del modelo de desarrollo productivo basado en el petróleo como fuente energética primordial.
En este contexto, surge la necesidad de poner en marcha un nuevo modelo de desarrollo que utilice los recursos naturales de forma sostenible, genere menos emisiones de gases de efecto invernadero y que no ponga en riesgo a las generaciones futuras. Ese modelo alternativo es el que promueve la bioeconomía y hoy en día es posible gracias a los avances en las ciencias biológicas, en la química y en las tecnologías de la información y comunicación, que permiten generar soluciones que en el pasado no hubieran sido viables. Como ejemplo de estos avances, se destaca el desarrollo tecnológico de las biorrefinerías, que permiten producir bioenergía a partir de biomasa –forestal o agrícola –, gracias a los nuevos desarrollos en la química, sustituyendo así la energía generada a partir de recursos de origen fósil.
El origen del concepto de bioeconomía
El término bioeconomía fue propuesto por el matemático, estadístico y economista de origen rumano Nicholas Georgescu-Roegen en 1975, quien postulaba que el proceso económico era una extensión de la evolución biológica, y a través del concepto de bioeconomía, buscó subrayar el origen biológico de los procesos económicos y poner de relieve los riesgos que enfrenta la humanidad como consecuencia de la dependencia de recursos naturales limitados y distribuidos de forma desigual alrededor del planeta.
Georgescu-Roegen fue muy crítico con la teoría económica neoclásica, ya que a diferencia de lo que plantea esa corriente de pensamiento económico, ya que sostenía la incapacidad de alcanzar una distribución equitativa y eficiente de los recursos naturales entre los países, mediante las reglas de juego del libre mercado y la mano invisible. En el ensayo “Energía y mitos económicos” de 1975, estableció lo que denominó un programa bioeconómico mínimo, en el cual indicaba la necesidad de prohibir la producción de cualquier tipo de armamento; cooperar con los países subdesarrollados para que consigan un nivel de vida decente (pero no lujoso); dejar de lado la producción de productos extravagantes; evitar el desperdicio de energía; entre otros lineamientos. Según Rodríguez, et al (2017), al comparar el programa bioeconómico mínimo de Georgescu-Roegen con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas,
“No es exagerado argumentar que la Agenda 2030 captura la esencia del planteamiento Georgescu-Roegeniano, y que por lo tanto, es intrínsecamente bioeconómica”.
Elementos de la bioeconomía y ejemplos aplicados
Los elementos clave de la bioeconomía son los recursos biológicos; los procesos y principios biológicos; y la aplicación de tecnologías al conocimiento (biotecnología), transformación y emulación de recursos, procesos y principios biológicos.
En primer lugar, los recursos biológicos son el conjunto de formas de vida –incluyendo virus, bacterias y microorganimos en general –, todas las formas de biomasa vegetal y animal, así como la biomasa de desecho derivada de los procesos de producción y consumo. Estos recursos biológicos tienen un papel central en el paradigma de la bioeconomía.
En segundo lugar, el conocimiento de los procesos y principios biológicos se relaciona con un concepto clave dentro de la bioeconomía, que se denomina biomimetismo que hace referencia a la replicación a nivel industrial de los procesos y principios biológicos de la naturaleza.
Como ejemplo de aplicación se destacan: el diseño de sistemas de control de temperatura en edificios aplicando principios observados en las termitas; el tratamiento de aguas residuales mediante plantas, algas y bacterias; la producción de biocombustibles a partir de desechos forestales; la reducción de la fricción en el diseño de automóviles aplicando características de las aletas de los cetáceos; entre otras diversas aplicaciones.
Finalmente, la tecnología es el tercer elemento, y se expresa a través de los desarrollos de la biotecnología (alcanzando también los avances en nanotecnología y tecnología digital) que son fundamentales para expandir las posibilidades de utilizar los recursos biológicos disponibles en forma sostenible.
Como ejemplos, entre los diferentes usos de la biotecnología, podemos encontrar la denominada biotecnología blanca que refiere a todas las aplicaciones industriales de la biotecnología; la biotecnología gris relativa a la solución de problemas ambientales; la biotecnología verde vinculada al desarrollo biotecnológico en la agricultura; la biotecnología azul que engloba todos los usos de la biotecnología en los recursos marinos; y por último, la biotecnología roja donde predominan las aplicaciones en el campo de la salud.
El papel de la biomasa en la bioeconomía
Así como los recursos biológicos están en el centro de la perspectiva de la bioeconomía, dentro de ese conjunto de recursos, el concepto de biomasa es central. La biomasa refiere a la materia orgánica renovable proveniente del proceso de fotosíntesis vegetal, mediante el cual las plantas convierten dióxido de carbono en sustancias orgánicas.
En consecuencia, las plantas constituyen la base de la cadena alimentaria, por ser capaces de producir biomasa a partir de los compuestos inorgánicos del medio, en presencia de agua y con la intervención de la energía de la luz solar. De esta forma, gracias a las plantas, la energía solar es transformada en energía que puede ser utilizada por el resto de los seres vivientes –por ejemplo, por el ganado cuando se alimenta o los seres humanos al consumir vegetales.
La bioeconomía busca la transformación industrial de la biomasa en forma eficiente, pero prestando vital importancia a la sostenibilidad ecológica y ambiental del proceso productivo. En este sentido, la bioeconomía se sirve del conocimiento y la tecnología no solo para valorizar la biomasa, por ejemplo, a través de biocombustibles o biomateriales, sino también para lograr que el proceso productivo genere el menor impacto posible en términos ambientales.
Las biorrefinerías en el modelo productivo de la bioeconomía
Uno de los principales objetivos que se plantea la bioeconomía es reducir el uso de energía y recursos de origen fósil como el petróleo y el gas natural, y es por esta razón que, las biorrefinerías tienen un papel protagónico en el esquema productivo bioeconómico.
Una biorrefinería no es otra cosa que el análogo de una refinería de petróleo, que en lugar de utilizar insumos de origen fósil, emplea recursos biológicos renovables. En una biorrefinería es posible producir a la vez bioenergía y bioproductos, a partir de la transformación de biomasa.
Por ejemplo, las biorrefinerías permiten valorizar los residuos generados por la industria forestal (como el aserrín y los chips de madera o la corteza de troncos) para generar bioenergía (por ejemplo, electricidad o calor) o bioproductos. Entre los principales bioproductos que pueden obtenerse a partir de una biorrefinería que procesa biomasa forestal, podemos encontrar los biocombustibles (por ejemplo, bioetanol, biogás, Syngas); los biomateriales (por ejemplo, bioplásticos, nanocelulosa, fibras sintéticas biobasadas); y los químicos biobasados (por ejemplo, biopolímeros, biosolventes, biopinturas, entre otros).
Fuente consultada
Rodríguez, A. G., Mondaini, A. O., & Hitschfeld, M. A. (2017). Bioeconomía en América Latina y el Caribe.