Averroes fue una destacada personalidad del siglo XII que mezclaba ascendencia andaluza y árabe y que entre otras materias supo brillar en la medicina, el derecho, la filosofía, la astronomía, el islam y las matemáticas de su tiempo.
Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd, tal era su nombre completo original, nació en el año 1126 en la ciudad andaluza de Córdoba, en tanto, de su familia heredaría la vocación jurídica, ya que tanto su abuelo como su padre supieron ser jueces o cadís, tal como se denominaba a quienes tienen la responsabilidad de impartir justicia en los territorios musulmanes, en Córdoba.
Y Averroes también se desempeñaría como tal en las cortes de Marruecos, Sevilla y Cádiz y llegaría a ostentar una muy importante reputación como jurisconsulto.
Cabe destacarse que a la par del derecho, Averroes, también estudiaría literatura, astronomía, teología y medicina, adquiriendo, a propósito, un gran reconocimiento como galeno de su tiempo.
Durante toda su existencia, Averroes, se destacó por no cesar en el aprendizaje de conocimientos y ciencias.
Incluso las autoridades le dispensaban una gran estima y reconocimiento por el enorme saber que disponía y claro, era consultado en muchas cuestiones salientes que se sucedían en aquellos años.
En el año 1195, el nuevo gobierno se alinea con teólogos que creían que la filosofía no hacía más que peligrar la difusión de la religión y entonces, Averroes, sería arrastrado por esta cuestión de desconfianza y desterrado a Lucena.
Asimismo, sus obras fueron quemadas con la clara misión de ponerle punto final a la difusión de sus propuestas e ideas.
En el año 1198 recobra su lugar, aunque, fallecería al poco tiempo, en el año 1198 en Marruecos.
De entre su vasta obra sin lugar a dudas sobresale la traducción y la difusión que ha realizado acerca de la filosofía aristotélica.
Otra cuestión insoslayable al hablar de Averroes es la concepción que tenía sobre la religión y sobre la cual pensaba que la revelación auténtica se halla en los libros sagrados del islamismo, el cristianismo y el judaísmo.
En tanto, también consideraba que eran los filósofos los únicos capaces de lograr la verdad absoluta de las cosas porque sus conocimientos se encuentran basados en demostraciones lógicas.
El filósofo, según Averroes, disponía del poder de develar la idea que existe detrás de la imagen.