Los ciudadanos siempre demandan de sus dirigentes políticos honestidad y austeridad pero como sabemos, en buena parte de los casos tales condiciones no abundan, lamentablemente, en el ámbito de la política.
Sin embargo, hay algunos “bichos raros” que expresan estas características a la máxima potencia y uno de ellos ha sido el político y ex presidente argentino Arturo Illia.
De profesión médico, Illia, siempre se destacó por las indicadas condiciones que por supuesto formaron parte de su actividad profesional.
Militó en la Unión Cívica Radical (UCR) y de la mano de este partido llegó a la presidencia.
También fue diputado y vicegobernador por la provincia de Córdoba.
Arturo Umberto Illia nació en la localidad bonaerense de Pergamino, el 4 de agosto de 1900, en el seno de una familia de inmigrantes italianos.
Su relación con la política comenzaría en el año 1918, especialmente influenciada por su padre y hermano, quienes militaban en la UCR.
Tras completar sus estudios básicos ingresa a la facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para cursar la carrera de médico.
Se gradúa en el año 1927.
En el año 1928 conoce al entonces presidente Hipólito Yrigoyen quien le propone ejercer la medicina en el interior del país y así es que desembarcará en la localidad cordobesa de Cruz del Eje, donde se asentará y ejercerá como médico.
A la par de su actividad como médico, Illia, trabajaba incansablemente en la política cordobesa.
Ya en esta época la gente comenzaba a destacar su perfil solidario y austero.
En 1940 es elegido vicegobernador de Córdoba, antes, ya había sido senador y una vez que dejó el cargo de vice se convirtió en diputado.
En 1963, Illia, resulta ganador en las elecciones presidenciales por un margen realmente pequeño.
La época se destacaba por su inestabilidad política, dado que el presidente anterior, Arturo Frondizi, fue derrocado al poco tiempo de asumir y el país venía de largos años de proscripción del Peronismo.
El 12 de octubre de 1963 asume formalmente el cargo de presidente y aunque su gestión se vería abruptamente interrumpida el 28 de junio de 1966 por un golpe militar, sería importante por varias políticas impulsadas, entre ellas: la explotación del petróleo, promoción de la industria nacional, de la alfabetización, y la sanción de importantes leyes como fueron la del salario mínimo, vital y móvil y la de medicamentos.
Por otra parte, el gobierno de Illia logró bajar la desocupación y disminuir la deuda externa.
Lamentablemente, las condiciones políticas no fueron las mejores y entonces se truncó el avance de la transformación.
Una vez afuera del poder reafirmó ese perfil austero y honesto al rechazar la jubilación y trabajar en la panadería de un amigo.
Jamás abandonó la militancia política.
Falleció en Córdoba un 18 de enero del año 1983.